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Archivos diarios: 13 septiembre, 2012

Lo que está oculto.

Se hace duro muchas veces que casi todo lo importante esté oculto.

Todo lo invisible…Todo lo desconocido…

Esto último se puede comprender y aceptar: nada sabemos de ello. La ciencia a veces sabe de qué no sabe, lo cual acota un poco lo desconocido.

En el orden personal nos sucede algo semejante. No sabemos nuestro antes ni después, antes de nacer y después de morir. No sabemos si existe lo que las religiones han llamado Dios. Ni si tenemos un alma. Ni si todo es fruto de la casualidad…Ni siquiera –no pocas veces- cómo son de verdad las personas con quienes convivimos, l@s amig@s…

Y tantas cosas que componen nuestras vidas…

Qué harán los políticos que hemos votado, qué pasará con la coyuntura económica, qué nos depara el futuro…

La verdad es que CASI TODO nos está oculto o nos es desconocido. Unas cuantas simplezas imprescindibles para vivir son las que conocemos:

Dónde vivimos, en qué trabajamos, cómo ir allí, o al lugar de las vacaciones…La superficie de nuestro planeta según los mapas…

Viene luego nuestra “profesión” a darnos “sensaciones de saber”…Pero cualquier profesional serio sabe que ignora incomparablemente más de lo que conoce y sabe (que también de “conocer” meramente a “saber” de verdad, hay mucho trecho.)

Hay, sin duda, quien está muy satisfech@ con lo que sabe. Lo muestra, lo exhibe, lo presume…

Me parece bastante infantil, desde luego, pero evito decírselo porque sería fácil que provocara un conflicto interpersonal…

Para mí la realidad es que apenas conocemos el terreno que pisan nuestros pies. Que casi todo se alinea en esas dos categorías, “oculto” o “desconocido”. Y no es fácil tampoco distinguir las dos, porque “lo oculto” nos es actualmente “desconocido”. Puede estar la diferencia en que “lo oculto” es desconocido ahora, pero puede ser “desvelado” a las inmediatas. Y “lo desconocido” parece conllevar un tiempo y un esfuerzo más largo para convertirlo en “conocido”…

 

Muchos milenios lleva así el ser humano en su ignorancia. Aunque podría parecer que épocas ha habido en que se sentía bastante satisfecho con lo que sabía, o creía saber.

Las creencias, cuando son asumidas por el cerebro, sustituyen muy fácilmente a la realidad y al verdadero saber de ella.

Tuvo mucho que luchar la ciencia para adquirir prestigio frente a la creencia. Hueso duro de roer eran  (y me parece que son) las religiones, desde las que llamamos “míticas” a las que obtuvieron el crédito de haberlas superado, prácticamente las monoteístas.

Cuando el cerebro y la mente asumen que han llegado a “la verdad”, ahí se aquietan y dejan de investigar. Eso es lo cómodo: “Ya sabemos…¿qué más vueltas le vamos a dar?”.

LA TENSIÓN CONSTANTE EN LA INVESTIGACIÓN DE LA VERDAD ES LA ÚNICA GARANTÍA DEL PROGRESO EN TODOS LOS ÓRDENES Y NIVELES.

Y para ello NUNCA HAY QUE DAR POR HECHO “QUE YA SABEMOS”.

Resultan ser “lo oculto y lo desconocido” el gran motor de la mente, porque nos arroja en la cara QUE NO SABEMOS.

Y, por lo mismo, resulta ser el gran freno la enunciación de pensamientos que cierran la investigación, tal y como han hecho religiones e ideologías (sistemas cerrados éstas que equivalen a las actitudes empleadas por las religiones. Y por ello mismo se habla en ellas de “ortodoxia” y de “heterodoxia”).

LA CONSCIENCIA DE “NO SABER” ES SABIDURÍA.

Aunque, cierto es, resulta dura, porque es dura “la ignorancia consciente”, no la ignorancia que se ignora.

Sabia es “la docta ignorancia”.

Sabia es la atención y tensión constante que nos impide pararnos, abandonando  el eterno progreso.

No digamos, por tanto, amig@s mí@s, “ya me conozco”.

No digamos “ya creo en Dios, nada he de investigar al respecto”…

Recuerda que “la creencia” no es saber.

Y recuerda que el saber, nunca sabe lo suficiente.

Nunca digamos, por lo tanto, “eso ya me lo sé”.

Cuando escuchemos a alguien que investiga sobre lo que nos parece saber, prestemos atención.

Cuando escuchemos a alguien que contradiga lo que nos parece saber, no nos escudemos en la negación, no tapemos nuestros oídos.

En ninguno de nuestros mundos.

Ni en el físico, ni en el psíquico ni en el espiritual (por señalar tan sólo tres).

Se nos harán seguramente extrañas las ideas o mensajes que oigamos expresar a algunas personas. Es ése el fenómeno psicológico conocido como “disonancia cognoscitiva”. Porque guardamos en la mente –conocido o no- un conjunto de ideas, percepciones y vivencias que constituyen “nuestro sistema”.

PERO EN NADA HA DE REPOSAR LA MENTE, NADA HA DE DAR POR ESTABLECIDO.

Si escuchamos de verdad, siempre podremos encontrar en quien habla seriamente algo nuevo que nos ilumine, algo que corrija lo que habíamos dado por hecho sin darnos cuenta.

Me viene al recuerdo la gratitud de una lectora por acoger en mi blog otros modos de pensar. ¡Es obvio hacerlo si es sincero el cuestionamiento de sí mismo!

JAMÁS UN MODO DE PENSAR ES CERTERO Y PERMANENTE.

La discrepancia es fuente de progreso.

La uniformidad da origen al sueño.

Y sucede –desde mi punto de vista- que nunca las palabras pueden arrogarse LA REALIDAD. Que “la palabra no es la cosa”, decía llanamente el maestro K., y filósofos siglos antes lo dejaron claro.

No se puede rendir culto a la palabra. Ella es muchas veces un auténtico bosque en el que hay que avanzar con el machete para abrirse paso a lo que guarda la mente de la otra persona.

¡CUÁNTO MÁS LA REALIDAD INMENSA!…

Me invito a mí mismo y os invito con afecto, amigos míos, a que no nos atemos a las palabras,

a que seamos siempre conscientes de que “lo oculto” y “lo desconocido” –aunque a veces nos resulte duro- son el gran motor del progreso personal, individual y colectivo.

 
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Publicado por en 13 septiembre, 2012 en Reflexiones y vivencias