Fue un instante. Visto y no visto…
Providentemente mi hija estaba sentada a mi lado y pudo impedir
-abrazándome- que cayera de bruces sobre la bandeja del desayuno
que tenía ante mí.
¡A mi pobrecita le dí …un susto de muerte!…
Que así de simple es ella: parado queda el corazón..
Detrás se puso en marcha un mecanismo: equipo de emergencias.
Cuando me quise dar cuenta, cinco personas una tras otra, entraron por
la puerta del salón de casa donde yo estaba.
Hice alguna exclamación al ver su número, tratando al mismo tiempo de
darles la bienvenida . Cinco funciones diferentes tenían en el
equipo y su apariencia exterior lo manifestaba. Un médico veterano,
de hermoso pelo blanco, una joven doctora en prácticas, una ATS expedita
y segura en su hacer, un camillero joven de voluntarioso aspecto y un
conductor de ambulancia, preocupado por “los recortes”.
A todos acogí con buen ánimo y agrado. ¡Y cómo no siendo personas y
profesionales benévolos que vienen justo para ayudarte a superar un
trance hasta posiblemente letal!…
Gratitud para ellos y para tantos entregados profesionales de la salud
que no siempre reciben la respuesta merecida…
Pero me negué a su servicio porque tal como me hablaban me indicaban
que tendría q aceptar cualquier tratamiento. Y las restricciones que habíamos
dialogado y acordado con nuestra médica de cabecera no se tendrían en
cuenta. Por ello dijimos no, aunque al día siguiente fuimos por nosotros
mismos al hospital. Sin embargo, nuestra médica (apreciada y querida)
ya introdujo en escritura roja la restricción que deseaba.
Luego…no surtió el efecto deseado…
Pero nos dio ocasión de meditar.
Que el corazón decidiera parar en ese cuarto movimiento y quedarse ahí
sin más, dando la vida por terminada, parecía dejar abiertas muchas
posibilidades y preguntas. Y que quedaban cosas por hacer…
Decidimos, pues, afrontar ese planteamiento de mi víscera aparentemente
caprichosa e investigar. Porque podrían existir causas que se pudieran
resolver…
Y allá fuimos…
Y resultó que la mecánica del ingreso nos ocasionó una buena paliza:
Desde cerca de las diez de la mañana hasta pasadas las ocho, sin ingreso,
ni habitación ni alimento alguno. Y allí estaba mi diabetes…
No sólo yo estaba agotado, también mis hijos…Pero llegó la noche, que
todo llega, porque el tiempo no sabe detenerse…
Nos atendieron médicos, un par de ellos.
Consigno que me llamó la atención la mirada de la doctora: de una frialdad
extraordinaria.
Parecía haber tomado ella la decisión de observar enfermos y enfermedad
exclusivamente con el pensamiento. Como si excluyendo las emociones
fuera a ser más certera en su conocimiento y su diagnóstico, privándose
sin duda alguna de lo que ya es llamado “inteligencia emocional”. Y por
de pronto ignora la impresión de distancia y hasta rechazo que produce
en el enfermo…
Luego vino un riachuelo de enfermeras dedicadas a cosas diferentes.
Todas amables, algunas especialmente. Y fuimos encajando en el panorama
de su orden establecido…
Inmediata fue la experiencia del hallazgo de mi compañero de cuarto.
Mi ya amigo Pedro.
Rostro franco, bigotito simpático, mirada abierta… Conexión inmediata…
57 años. Al parecer con sus negocios. Y deseando por ello que le dieran
el alta.
Inmediatamente captó el encanto de mi hija y se deshizo en halagos.
Y yo, que estoy ya convencido de él, los acepté de buen grado…
Pinchazos, medicinas, cenas…y prepararse para dormir.
El agotamiento nos podía ya a todos…Y, con sus peripecias, pasó la noche…
Pruebas más sofisticadas esperaban, un escáner y un tac. Testificó el
primero que no me quedaron daños cerebrales por el tiempo que estuvo
el corazón sin aportar sangre. Pero el segundo no fue satisfactorio y quedó
relegado a esta próxima semana…
Conocimos a la mujer y dos de las hijas de Pedro quienes (como la mía)
también parecían ser personas especiales.
Otro médico vino a atenderle a él, que más tarde también lo hizo conmigo.
Veterano y competente me pareció al par que sencillo, lo cual valoro en
un profesional como él.
Finalmente una joven doctora, internista ella, agraciada ella, se me presentó como
dedicadas a mí sus funciones…
Pendiente queda la investigación de las pruebas y sus conclusiones que
están previstas para esta próxima semana. Y con ello espero tener el
tratamiento oportuno que resuelva ese asunto en el que mi corazón se
está declarando incompetente.
Entretanto el don de la vida está presente.
El amplio ventanal de la habitación da al campo y –como en un cuadro-
quedan en su espacio enmarcado ocho altos chopos castellanos.
Tras ellos campo y al fondo montes, con sus enamoradas nubes.
Y la quietud.
Y siempre LA BELLEZA…
Lola
30 octubre, 2013 at 2:02 pm
Te envío desde aquí energía y afecto para superar estos momentos. Y pido a Dios ayuda para un espíritu selecto y maravilloso y para un corazón tan grande como el mundo.
Un abrazo querido amigo
gnegueruela
1 noviembre, 2013 at 1:20 pm
ES TU MIRADA, AMIGA MA, LA QUE ME HACE COMO DICES.Y YO ME FELICITO POR ELLO!SOMOS GOTAS IGUALES EN EL MAR INFINITO.Y EL MAR ES AMOR!
> Date: Wed, 30 Oct 2013 12:02:24 +0000 > To: gnegueruelapinto@hotmail.com >
Isa.
7 noviembre, 2013 at 12:08 am
Te deseo una pronta recuperación Amigo Gerardo. Te mando energia sanadora y un abrazo grandemente sostinido
gnegueruela
7 noviembre, 2013 at 3:35 pm
GRACIAS!UN ABRAZO
> Date: Wed, 6 Nov 2013 22:08:38 +0000 > To: gnegueruelapinto@hotmail.com >
Beatriz
18 noviembre, 2013 at 1:35 pm
Hola Gerardo!!! Te echaba de menos y me encuentro con esto… Recuperate pronto. Un abrazo
gnegueruela
18 noviembre, 2013 at 1:53 pm
GRACIAS POR ECHARME DE MENOS. SAL DE ESO, NO TE PREOCUPES… SIGUE LA VIDA CON SUS PERIPECIAS… ABRAZO! > Date: Mon, 18 Nov 2013 11:35:11 +0000 > To: gnegueruelapinto@hotmail.com >