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Archivos Mensuales: junio 2011

Mis encantadores vecinos

Primero fueron los buenos días, serenos y amables por parte de él, cuando iba de entrada o de salida por la mañana.
Su paso rítmico y tranquilo, centrado él en caminar, sus brazos en movimiento uniforme adelante y atrás, y aunque inclinada su cabeza, atento a lo demás.
Otro día la ví a ella, regando las plantas de su puerta, llenas de flores y crecientes por su cuidado.
Su saludo fue expresivo y amable.
Los dos son amables, personas a las que se les nota el bien…
A ellos y a mí nos llamarían hoy “de la tercera edad”.
A mí me gusta más el digno nombre de ancianos, que olvidan hoy la importancia de los ancianos.
Desde los ancianos de la tribu, los ancianos de los pueblos antiguos, los ancianos cuyo consejo era definitivo para gobernar y vivir…parece haber llegado una época en que nos prefieren adjudicar
la tercera edad y jubilarnos…
Antes eran venerados los ancianos, en muchas culturas casi sagrados.
Se pensaba que vivir la vida les daba sabiduría.
Y muchos nos llaman ahora “viejos”.
Y cuando nos tratan con ideológica amabilidad, con esa “pose” que viene a decir “son Vds. unos niños”, probablemente habríamos de decirle a la enfermera, a la cajera, al gestor…que somos ancianos que es el otro extremo de la vida, que los niños empiezan a vivirla y no saben de ella nada
más que son felices aún en su inocente mundo, que es muy vulnerable su felicidad y que les queda el andar toda la vida.
Y nosotros, en cambio, los ancianos, ya casi la hemos pasado y sobrepasado. Y que no pocos de nosotros hemos sabido construir la felicidad por nosotros mismos…
Y hemos sabido desechar muchas cosas.
Y hemos aprendido de los errores.
Y ha sido probada nuestra voluntad de bien…
A todos esos, pues, les rogamos un respeto.
Que nos parece habérnoslo ganado con una vida casi entera de vivir y de aprender…
Y volviendo a ellos (en cuyo nombre también pronuncio las palabras anteriores), he de decir que inmediatamente conectó con ellos mi propio sentimiento (empatía lo querrán llamar no pocos).
Yo me sentí cerca de ellos y me sentí bien con ellos…
Nos saludábamos al verlos y, aunque breve fuera el saludo, sabíamos que era mutuamente bien recibido y apreciado…
Pasaron los días.
Los saludos eran más cordiales.
Y un día llegó que apareció él en mi puerta con un suculento plato de grandes peras de agua que gritaban “comedme”…
Me indicó que ellos no las iban a comer, que yo las degustara.
Y acepté su regalo que aceptar es muchas veces tanto como dar…
A los dos días quizá –que ya no vivimos el tiempo los ancianos como los demás y no precisamos de registro riguroso- en el supermercado que estoy usando ví unos bombones que –por experiencia- sé que son muy sabrosos.
Me acordé de ellos y su obsequio y los compré.
No fue por gesto de cortesía o urbanidad, sino por afecto a tales personas que tan bien me llegaban, que sentía próximas en muchas cosas.
Y al verlo pasar, se los ofrecí a él.
Rápido él al verlos, llamó a su mujer que –instantáneamente- la vió más adecuada receptora
del obsequio.
Y salió ella, con gran sonrisa y mirada directa, negándose al principio a recibirlo, destacando así que, su precedente detalle, no esperaba para nada retorno alguno.
Y los aceptó al fin, que también ella vió que mi intención no contenía ni normas ni cumplimientos, sino sólo el mismo gesto de cercanía y afecto que ellos me habían mostrado.
Y en su generosidad, ella me afirmó que habría de tomar una brevas excelentes, como así fue.
Y que exquisitas me supieron, tanto por el fruto como por venir de bondadosas manos como las suyas…
Añadieron, abundando más su generosidad y buena vecindad, unos huevos de granja recién puestos, que calientes estaban aún.
De esos huevos que se les sabe de verdad auténticos, de gallinas que comen bien y natural, hecho siempre dudoso de los huevos comercializados por grandes cadenas, cuyos métodos no nos son bien conocidos…
No nos hemos visto casi después.
Quería yo decirles que escribía un blog en internet
y que una forma de gratitud y aprecio por mi parte iba a ser escribir de ellos, en el anonimato que suelo mantener en estas páginas.
Aún no se me ha presentado la ocasión de hacerlo.
Pero firmaré estas páginas contra mi costumbre habitual, pues ya va mi apellido en la cabecera del post.
Y lo haré para entregarles copia del escrito pues imagino que ellos no se asoman a internet.
Y que lo tengan en mano y sepan que este vecino provisional se lleva su grato recuerdo, y que me vendrán a la presencia y les desearé el bien que, sin duda, se merecen…
GERARDO NEGUERUELA

 
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Publicado por en 30 junio, 2011 en Sin categoría

 

Laureta

Es una diosa muy joven.
Lo supe nada más ver sus ojos y la forma de mirar con ellos.
Despedían alegría y luz.
Y, además, les acompañaba la sonrisa.
Igual de luminosa, igual de alegre.
Naturalmente, la quise en el momento.
Como todas las diosas se merecen…
Ella, a veces, no se acordaba de que lo era.
Incluso le extrañaba que hubiera personas que la consideraran “especial”.
No tiene nada de raro.
Es frecuente que las diosas no sepan que lo son.
Y soy muy dado yo a recordárselo…
Pasó, incluso con vergüenza de contarlo, por un mal trago.
Antes, como casi todas las diosas, vivió circunstancias duras.
Las sobrepasó con naturalidad, como lo hacen las diosas.
Están ellas mucho más dispuestas a sufrir que los aspirantes a dioses.
Por eso ellas lo son por derecho de nacimiento.
En su memoria ella puede que guarde algún oculto trauma. Fueron duras sus vivencias.
Pero yo sé que pronto lo descubrirá y lo sanará.
Y su ser de diosa crecerá en brillo y luz…
No sé cuál va a ser su concreto camino.
Decidida está a conseguir trabajar en lo que de verdad le llama.
Y lo conseguirá.
A la par irá encontrando en su camino seres de todas clases.
A unos los tendrá que dejar seguir su propio camino.
A otros se unirá con afecto verdadero…
Ella sabe a quién se puede ayudar y a quién no, quien solamente “juega” a que le ayuden.
Y de esos ha de pasar, porque son como un pozo sin agua que ni la dan ni la reciben.
Ella ya lo sabe y seguirá su camino…
A las diosas –como tienen el corazón grande-
las suelen pillar por la pena y la compasión.
Y pueden quedarse ahí prendidas mucho tiempo, intentándolo vez tras vez.
Y puede costarles tiempo, trabajo y disgustos el aprenderlo.
Las traiciona el corazón.
Y muchas veces ¡qué difícil es convencer a un corazón compasivo de que no hay nada que hacer con quien juega a que le compadezcan!
Porque quieren ayudar de verdad.
Y lo intentan y vuelven de nuevo.
La compasión las empuja.
¡Y de ello se aprovechan quienes juegan a que les ayuden, cuando en realidad no quieren la ayuda!
Sólo quieren jugar a ese juego.
Con lo cual, la ayuda nunca les puede llegar.
Y pueden pasar –lo hacen frecuentemente-
a otra etapa de su juego que consiste en revolverse contra quien les ayudaba.
Y se dedican entonces a intentar culpar a quien les ayudaba, acusándoles de no querer hacerlo de verdad.
O de que, siendo incapaces de hacerlo, se ofrecieron.
O de que lo hacen mal, que no se esfuerzan de verdad, con tanto “presumir” de que van a ayudar…
Intentan convertir en Víctimas a quienes actuaban como Salvadores.
Le dan la vuelta a la tortilla…
Y pagan con ingratitud y culpas los intentos de quienes ofrecieron la ayuda…
¡Amadas diosas, no caigáis en esa trampa!
¡Mirad primero, y muy bien mirado, si es verdad que piden ayuda o que “juegan” a pedirla!
Que si os metéis a Salvadoras, terminaréis crucificadas.
Y, aunque no os importe que tal cosa os hagan, mirad que habéis alimentado –sin quererlo-
la falsedad.
Y sois vosotras parte viva de la Verdad.
Y –lo que es peor aún- habéis ayudado a esa persona que juega a que la ayuden, a que mantenga su juego.
Vuestra compasión se ha convertido en leña
para alimentar el falso juego y mantener en él a la persona que juega…
Os quiero proponer una perspectiva:
Si alguien os pide ayuda, seguid con sensatez esta orientación:
MITAD Y MITAD.
Tú resuelves la mitad de tu problema, y yo me encargo de la otra mitad.
Y así ambos mostramos que es verdad que queremos “RESOLVER”, no que estemos jugando a ello.
Así no se hará leña baldía de vuestra compasión…
De esas gentes, pues, si no entran al intento de este modo, habrás de pasar.
Pasarás de todo cuanto sea falso. Tu luz interior te ayudará a “discernir”.
Porque para vivir con amor es preciso darse cuenta de que él siempre camina con la verdad.
La Verdad es la Mirada del Amor.
No esos engaños del estado de locura transitoria que suscita el cerebro con su cóctel de hormonas.
“Eres maravillosa…Eres un amor”, pueden decirse los “enamorados” sin verse con la Mirada del Amor.
Y luego, se les pasa el efecto del cóctel, y “tú eres corriente y tienes muchos fallos”…y “tú lo que eres es un petardo”…
Esa Mirada te muestra, ante todo, LA VERDAD DE LO QUE ERES.
Ella te muestra tus propios engaños.
Y te descubre qué lejos está el enamoramiento del verdadero amor.
Y ella te permite también mirar a los otros, descubrir sus engaños y sus trucos.
Y no confundir el verdadero amor con sucedáneos provisionales…
No sé, Laureta, cuánto tardará en llegarte el verdadero amor, porque tendrás que encontrar un dios.
Nada menor que eso será suficiente.
Aunque tengas que esperar que, al parecer, escasean…
¡No te vendas mientras tanto!
Goza, sí, de la vida.
Recuerda la frase honda, sencilla y definitiva de Agustín de Hipona, verdadero patriarca:
“AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS”.
Pero, por favor, no caigas en la trampa del amor falso pensando que ello es mejor que nada.
¡Jamás es cierto eso!
Ni te rindas, ni te vendas barato.
¡Que sólo te pueda comprar el verdadero amor!
Ese es tu precio como diosa…
Y tendrás, entretanto, otros amores verdaderos que te ayudarán a caminar.
Aunque no sean de pareja (la que te mereces y que ha de llegar) no los subestimes.
Solamente advierte si son verdaderos.
Que ellos también te enseñarán a amar.
Habrás de aprenderlo profundamente, habrá de empeñarse en ello tu naturaleza de diosa que ya lo sabe.
Ella ha de bañar tu joven humanidad.
De ella saldrá la luz que se lo enseñe a ella.
Porque tu Camino, Laureta, como el de todas las diosas, es El Amor en sus mil formas y maneras.
Y yo sé que tú lo seguirás…

 
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Publicado por en 21 junio, 2011 en Sin categoría

 

Fuera del mundo

El ruido es polución.
El ruido distorsiona la comunicación.
Los pensamientos y emociones negativos, contaminan el espacio mental común.
Son también polución y ruido distorsionante.
Por eso, cuando estamos en espacios con mucha gente, solemos cansarnos mucho.
Hay contaminación física y mental.
Y entonces APETECE EL SILENCIO.
Es un silencio meramente higiénico, no es el silencio profundo, El Silencio.
Y la compañía de pocas personas –y queridas- o una tranquila soledad, nos restablece…
A veces, sin embargo, la vivencia es más intensa y más honda. O es El Silencio mismo o algo que lleva a Él.
Y queremos irnos entonces FUERA DEL MUNDO…
Cuando es grande el hartazgo de tanta negatividad ambiental.
Cuando es tan vacío lo que vemos y escuchamos, lo que se vive “en el mundo”…
Cuando da tanta pena que los seres humanos vivan así…
Deseamos salir del mundo.
El maestro Jesús decía “vosotros no sois del mundo”…
Cuando “no eres” de alguna parte, cuando te das cuenta y lo sientes, quieres marchar.
No es cosa de “sentirse buenos” y querer alejarse de “lo malo”.
No es eso.
Es la añoranza de tu propio país.
Sentirte entre los tuyos, entre aquellos a los que perteneces.
Y, entonces, tu cerebro comienza a callarse.
Y empiezas a dejar de oir el ruido que poluciona el ambiente de tu mente.
Sientes que puedes “volver a casa”.
No juzgas a nadie ni los desprecias. Al revés, sientes comprensión y compasión, la verdadera, la que es próxima y de ningún modo “superior”…
Pero ese modo de vivir no es el tuyo, el que tu corazón siente.
Y necesitas que El Silencio retorne a ti.
Él limpia, purifica, aclara.
Te hace sentir a dónde perteneces.
Calla todo, se acalla el mundo.
Ya has comenzado a salir de él…

 
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Publicado por en 20 junio, 2011 en Sin categoría

 

Tres flores.

Han entrado por mi puerta abierta y se han quedado en el suelo…
“Tres”, el número divino…”Impari Deus gaudet numero”, dice un viejo dicho:”Dios se goza en el número impar”…
Entre sonrosadas y moradas, alto color de las auras elevadas.
Reposando en el suelo para ser recogidas…
Mensaje sin palabras. Sólo flores.
¿Podrían las palabras crear un mensaje más bello?
Preguntaréis –quizá- qué es lo que he entendido.
Os diré que las miro.
Cada una de las tres, tiene a su vez tres pétalos.
El número 9, Ketter, la Corona del Arbol sefirótico,
los secretos cabalísticos…
Están unidos como si fuera una doble mariposa.
Las huelo…muy suave y leve es el olor, lo mismo que su color.
En su interior dos estambres.
Un par…
Dos en tres.
Pareja y divinidad.
Amor verdadero de dos…amor de Dios…
La misma flor y sus estambres.
El mismo amor.
No es diferente Aquel del nuestro, si el nuestro es auténtico.
Porque el amor que tengamos –si lo es- llega de más allá que nosotros mismos, nos desborda, no cabe en el cerebro…
Cuerpo, corazón y mente…Otros tres…
Número divino otra vez.
Las tres hojas de la flor.
Que vienen de no sé dónde…
¿Es necesario saber?
¿O es mejor sentir y tener saber oscuro?
Se hizo el saber, el conocimiento, para humanizar las cosas de este mundo para la vida física del hombre…hombre y mujer siempre digo…
Pero lo que está más allá de eso, solamente es un saber oscuro.
Decía Juan de la Cruz:
…”y quedéme, no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo”…
Un saber que no es saber.
Un no saber que trasciende…
Y Juan Ramón que decía “no la toques más
que así es la rosa…”
¡Ah, renunciar al control!
“¿Qué es esto…quién lo hizo…de qué materia…para qué sirve…cuánto vale…?”.
NO LO SÉ.
Y NO IMPORTA…
Tan sólo quédate mirando…
Tan sólo quédate escuchando…
Tan sólo quédate sintiendo…
Y te llegará el oscuro saber…
Viejo filósofo renacentista habló de “la docta ignorancia”, Nicolás de Cusa.
Es de sabios saber que no sabemos.
Es de sabios sumergirse en la esencia de una flor.
Y no pronunciar palabra.
Quedarse ahí en silencio solamente contemplando.
¡Y sin hacer nada!
Que reina en este mundo el mito del “hacer”.
“Eres tanto cuanto haces”, parecen estar diciéndote.
Y cuando no haces nada…te llaman vago.
¡Cuánto “no hacer” hace falta!
¡Cuánto estar quietos en vez de colocar y recolocar,
retorcer y estirar, cambiar lo que ya estaba hecho en vez de dejarlo estar!
Ejecutivos y políticos parecen maestros en ello.
Para que “se note” que ellos pasaron por allí.
Imagen, propaganda, dejar la impronta…
¡Y tantas veces habría sido lo mejor que nada hicieran!…
Herbert Marcusse decía que había sustituído el mundo actual el “principio de realidad” de Freud por el “principio de actuación”.
¡Desalada va la gente a ocuparse!
Además de trabajar, has de pertenecer luego a un club, a una ONG, a algún movimiento…
Y una vez hecho, ya puedes quejarte de que no tienes tiempo…
Ya ves, en vez de un sencillo “no hacer”…
Tu mente no puede emerger para que la conozcas.
Tu corazón no puede expresar lo que sientes.
No tienes tiempo para ser tú mism@.
Ni para saberlo.
Y si te sobra algo de tiempo, lees un libro.
Todo el tiempo haciendo y el que te sobra metiendo en tu cabeza lo que dicen los demás.
¿Y cuándo puede salir lo que dices tú?…
Tres flores en el suelo.
Un mensaje silencioso.
Un no saber y un silencio.
Una tarde que pasa.
Un ahora sin tiempo.
Un misterio…y el Amor…

 
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Publicado por en 17 junio, 2011 en Sin categoría

 

El hombre orgulloso de su gorra

Conozco un hombre que está orgulloso de la gorra con que cubre su cabeza para que el sol poderoso no le toque en demasía.
No lo está porque piense que ello aumenta su posible atractivo ya agostado, que de tales cosas “pasa”…
Lo está porque fue regalo de persona muy querida,
y de tal afecto se le sale el orgullo.
Está orgulloso de querer y que le quieran.
Y su gorra es símbolo de ello, que son las cosas signos y señales que se llenan del afecto o desafecto de quien las poseyó o las posee.
“Res clamat ad dominum”, decían los romanos pensando en otra cosa, en eso del derecho que prácticamente lo inventaron.
Pero las cosas también claman a quien las hizo y a quien las impregnó con sus sentimientos…
Ningún clamor más grande existe que el del afecto verdadero.
Ese que no tiene intereses ni motivos y que –por ello- dura siempre.
Ese afecto pasa a formar parte del Universo, se une a los pilares que lo sustentan y lo expanden…
Según sé, ese hombre tiene muchos afectos así, perennes y verdaderos.
Y no voy a entrar en si aquél es más que éste, o este más que el otro.
Muy acostumbrados están los humanos a COMPARAR Y MEDIR.
Siendo así que el verdadero afecto (que su nombre propio es “amor”) ni puede compararse ni medirse.
Sencillamente “es o no es”.
Si “es” goza de características y dones singulares.
Según sean las personas y cómo estén de abiertas a La Verdad y al Bien y a la Belleza.
Es como la compuerta de un embalse: abierta, deja salir todo el caudal.
“TODO” diría yo que es sobrenombre del amor.
Si se ama, se ama todo, se deja salir todo el caudal.
Solamente cuando se trata de afectos que pertenecen al que llamo “comercio psíquico” pueden entrar comparaciones y medidas.
Porque, como en todo comercio, sucede el “tú me das y yo te doy”.
Y cuando das algo y esperas la correspondencia en el orden psicológico, hay más y hay menos, la medida.
Y así tantos supuestos amigos y parejas, y padres y madres y también hijos, tienen medida.
Y comercio son sus afectos calculados.
“Te quiero si…”, ese condicional aterra al niño o la niña, marcianos recién venidos al planeta.
Porque acaba con el “afecto incondicional”, con el amor verdadero.
Y comienzan entonces esos niños a aprender los precios de la vida, CUANDO LA VIDA ES GRATIS Y UNA FIESTA.
Y comienzan a vivir las grandes manipulaciones: el aceptar los establecidos pensamientos, el sentir que todo tiene precio, el sobrevalorarse y el infravalorarse, el estar dominados por las pautas y las normas, por el “deber ser” en vez de por “el ser”, sencillamente, espontáneamente y sabiendo de sí mism@s.
Y ya les juzgan y establecen “sus defectos”.
Podría decirse que “crean sus defectos”, porque lo son según sean las pautas y medidas.
Que si no existieran ningún defecto habría. Cada ser sería él, como aquel árbol crece más por su derecha que su izquierda, y el petirrojo tiene el pechito rojo y gris el gorrión…
Mas empeñados están los humanos en establecer normas y criterios y juzgar la realidad respecto a ellos.
Y así se convirtieron los humanos de otro lugar, en extranjeros, los de otro color, inferiores a los blancos, los de otra opción sexual, anómalos y depravados…
Y mil aspectos más, que si el dinero, que si la cultura, que si la educación…
Y SE PUSIERON A JUZGAR.
Eso que no hace falta para nada, que basta y sobra con estar atentos y leer a los demás, verles, ser conscientes de qué quieren, de qué pretenden aquí y ahora…
¿No podrán darse cuenta los humanos que ellos inventan y fabrican lo que es inferior o superior, lo que está por encima o por debajo, lo que es más o es menos en lo humano?
¿Y no ven que con ello suscitan distancias, desconfianzas, temores y rencores?
¡Y hasta así terminan por producirse las guerras!…
Me contaba este hombre que, en su último paseo por una calle, le había acompañado un mirlo con su canto.
Le animaba él transmitiéndole su afecto, su alegría y la admiración por suu canto.
Todo el tiempo que le acompañó mientras avanzaba, no repitió su estrofa el mirlo. Cada vez fueron distintos sus silbidos, atacó diferentes notas…
Juntos en ese singular radiante que es amor, pasearon ese rato…
He visto y escuchado al hombre que ama a cuantos seres puede llegar.
Y por eso sé que está orgulloso de su gorra simplemente por amor…

 
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Publicado por en 16 junio, 2011 en Sin categoría

 

Los dioses oscuros.

También deambulan por este planeta.
Y son dioses y diosas.
Pero algo ha torcido su camino.
Habitan un psiquismo dañado, o por el sufrimiento no comprendido y aceptado, o por la rabia y la ira que quedaron tan grabadas en su cerebro que sienten, deciden y actúan desde ella.
Es posible que –como dioses que son- hayan superado los grandes temores.
Y ello les confiere mucho poder.
Disfrutan dominando a los humanos, haciéndolos sentirse culpables e impotentes.
Gozan haciéndoles ver sus defectos y sus fallos. Y se presentan a sí mismos por encima de miserias tales.
Pero les lleva la rabia, la ira y la frustración hasta el destructivo camino del odio.
Y cuando caen en él, es muy difícil recuperarlos.
Porque son –de hecho- recuperables por ser dioses.
Pero es muy difícil conocer el momento y la manera.
Saben deshacer, con hábil inteligencia, las razones y motivos que podrían arrancarles del camino equivocado.
Y se ríen de “los crédulos”, de “los confiados”, de los que asumen caminos en la vida que incluyen la visión del después del morir y del antes del nacer.
Dominan los caminos del planeta, el mundo del pensamiento establecido.
Tienen grandes dotes para manipular a la gente, les saben llevar a donde ellos quieren.
Hasta pueden fingir quererles y hacer las cosas “por su bien”.
Y saben también hacer cargar con el fracaso a quienes les siguen.
Disfrutan muchas veces de poder entre los humanos. Económico, político, social…
Su crítica desmonta con cierta facilidad a sus adversarios, saben elegir los argumentos.
Si les hablas del Bien, ellos saben retorcerlo de tal manera que sirva a sus intereses.
La “vieja conciencia” puede ser para ellos un gran aliado.
Por supuesto, se interesan ell@s por sí mism@s por encima de cualquiera.
Sus mujeres y maridos y sus hijos disfrutan de ciertos privilegios, con tal de que siempre sean “suyos”.
Por encima de todo ejercen el control. Es su máxima manera de usar su poder.
Si caes en su lista negra, prepárate. Te harán cuanto daño puedan.
Y tendrán, además, abundantes justificaciones para ello. “Su conciencia”, manipulada de raíz, les apoyará en en cuanto hagan.
De la CONSCIENCIA PROFUNDA huyen, no quieren saber nada de “saber de verdad”. Les haría abandonar su posiciones que disfrutan, les haría abandonar el poder.
Y tienen multitud de actividades y pensamientos que se lo permiten. “Adormecer” su consciencia no les resulta difícil.
Previamente se han entrenado en dominar sus emociones.
No toleran que emerjan las más hondas, que podrían desestabilizarl@s.
El afecto, para ell@s, es una forma de propiedad. Son “suyos” aquellos a quienes “quieren”.
Y no pueden salirse del campo por ell@s señalado.
Utilizan entonces “los criterios” que saben sesgar perfectamente para que cuadren con lo que a ell@s les interesa.
Y si eso no basta, usan la ira.
Y si eso no basta, hacen caer la fuerza de su poder sobre los que pretenden rebelarse…
Destacan entre los simples humanos, puesto que de alguna manera saben que son dioses.
De hecho, los desprecian.
Los contemplan siempre desde arriba, ellos abajo y por debajo.
Y pueden vivir de esta manera hasta la muerte.
Quizá se alíen con algún “pensamiento o creencia religiosos”.
Y hasta cumplirán sus normas ferozmente porque –al fin y al cabo- tales cosas se pueden usar para dominar a los humanos.
A los que de ahí se salen, los pueden anatematizar, denigrar, socavar y desacreditar.
Esos “no son dignos”.
Muchos de esos dioses, jugando a ser religiosos, son capaces de producir grandes daños.
Son capaces de fanatizar a sus seguidores.
Hasta de formar grandes “milicias” a su servicio.
Y siempre luchando, en el fondo, contra el verdadero amor porque de él no saben, porque él les desmontaría del caballo.
Pueden inducir con sus engaños a que los humanos sientan determinadas emociones, manteniéndose siempre dentro del campo del cerebro porque el verdadero amor no cabe en él.
Y crear movimientos y asociaciones en las que sus miembros piensen que se aman entre sí.
Pero nunca allí hay verdadero amor…
¡Ah, los poderosos dioses oscuros!. ¡A cuántos arrastran!
Hasta pueden parecer “maestros del espíritu”.
Pero ya hace más de veinte siglos los denunció el Maestro Jesús: “Por sus frutos los conoceréis”.
Sus frutos siempre adolecen de formas de violencia, hasta disimuladas.
Sus frutos padecen siempre de un punto de rigidez, que no se puede traspasar sin consecuencias.
Jamás tienen la infinita comprensión y paciencia del amor, jamás tienen su respeto radical…
Paréceme que son más los dioses oscuros que las diosas, aunque también las hay.
Y ellas pueden ser más peligrosas que los dioses porque su poder es más sutil y más astuto.
¡Librate de caer en el territorio de una diosa oscura!
Lo mejor que puedes hacer es escapar de allí lo antes posible…
Muy triste es, realmente, que tales dioses y diosas decidieran abandonar la luz.
Porque jamás es inocua su presencia.
Y muy atent@ habrás de estar para evitar los daños que te pueden infligir…
Al final, de modo irremediable, ell@s volverán.
Porque El Amor que los creó jamás ha de abandonarlos.
Porque son eternos como todos los dioses.
Porque la oportunidad les espera…
Jamás les odiéis.
Están actuando así porque recibieron un daño que no supieron asumir.
Pero no por ello –dioses y diosas luminosos- dejan de ser vuestros herman@s.
Esforzaos por llegar a comprenderlos.
Puede que seais vosotros los que podáis facilitarles el acceso a la CONSCIENCIA.
Y brillarán ell@s entonces tanto como podáis brillar vosotr@s mism@s…

 
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Publicado por en 14 junio, 2011 en Sin categoría

 

VACACIONES

Para la inmensa mayoría de los humanos han de escribirse con MAYÚSCULAS.
Porque representan el tiempo del “no hacer” y del “hacer lo que yo quiera”.
Desasiéndose de la férula del trabajo, que es en general poco querido e incluso aborrecido.
Porque se vive como el tributo para poder poder vivir.
Pagar con lo que no se quiere hacer, para poder hacer algo al menos de lo que se quiere hacer.
Vivir, o sobrevivir.
¡Escaso logro!
Porque VIVIR hay que hacerlo por encima de todo.
VIVIR ES EL SENTIDO DE LA VIDA. VIVIR CON PLENITUD.
Muchos le buscan sentidos al vivir. Que si desarrollarse y aprender, que si pagar karmas, que si lograr ir al cielo…
¡PERO EL SENTIDO DE LA VIDA ES SENCILLAMENTE VIVIR!
Y por ello es necesario detener todo aquello que nos impide vivir…
ESTOY VIVIENDO VACACIONES, la gran aventura humana de los que se sienten presos en su habitual vivir.
Las disfruto acogido a la hospitalidad de una urbe catalana junto al mar.
Y gracias a amigos muy queridos…
Habito un pequeño apartamento en el que tengo cuanto necesito.
Da a un jardín con césped, árboles y flores.
Palmeras de penachos de verdes hojas, un níspero recién podado, otros dos grandes árboles (quizás moreras), otro joven, de ramas como arácnidas, con grandes flores rojas…
Al otro lado un maizal. Y un viejo árbol muy podado, puede que un olivo…
Junto a mi puerta y en macetas, plantas de flores rojas y azules…
Saliendo del recinto, una gran avenida con un río artificial, al que hace un par de días drenaron con grandes máquinas, señalizando con indicaciones claras la interrupción del tráfico.
Los ediles muestran una acción organizada y cuidadosa…
La avenida tiene su mayor espacio dedicado a esparcimiento ciudadano, patines, bicis…
Está cerrada al frente, cuando salgo, por altos chopos y frondosos árboles que camuflan y embellecen un gran muro por cuyo remate se extiende una autopista que cruza la avenida perpendicularmente a ésta, con un poderoso puente que deja a los peatones un paso en penumbra y que –en un pequeño espacio abierto al nivel superior- se ven caer de él, como guedejas, largos tallos de enredaderas…
En esa avenida, igual que en las calles geométricamente trazadas que hay detrás de los apartamentos, las buganvilias son las reinas.
Invaden y sobrepasan los muros de los jardines de las casas.
Rojas, moradas, sonrosadas.
Sus colores son vivos, intensos.
Llevan la belleza de la naturaleza a la ciudad…
Esa gran avenida perpendicular a la mía, está también habitada por grandes árboles, parécenme castaños de indias algunos, antiguos y sabios como todos los grandes árboles.
Tras de mí se abre una red de calles, de geometría exacta. Pequeñas construcciones a ambos lados, en general viviendas unifamiliares.
Por ellas llego a un parque con chorros altos de agua en su pequeño lago.
Allí se amplían los espacios y las casas crecen en altura…
Todo está cuidado, todo es armónico…
Cada espacio de las aceras que tiene señalizada salida a la calle, está cortado en chaflán, ofreciendo una rampa para descender al nivel de la calle, delicada visión de quienes lo diseñaron acordándose de minusválidos, coches de niños y personas con dificultad –por su edad o salud- para cambiar el nivel de su paso…
Todo parece bien pensado, todo cuidado, todo armónico.
Yo no soy persona de políticas ni ideologías, sino de realidades y verdades de la vida.
Y admiro a quienes pensaron así la ciudad, a quienes gestionan los movimientos que la cuidan, sean del partido que sean, sean nacionalistas o centristas, porque veo que se han cuidado del bienestar de los ciudadanos,y porque han sabido mantener la belleza…
Camino por las calles con una sonrisa dibujada en mi cara, espontánea y sin esfuerzo que dirijo a cuantas personas se cruzan conmigo.
A todos quisiera saludar y desear un feliz día.
A algunos solamente lo dirijo de viva voz cuando me parece advertir que no les ha de parecer inoportuno…
No se saludan los seres humanos que no son ya conocidos.
No sienten la proximidad que puedes hallar en los grandes espacios solitarios, donde realmente aparece que los humanos somos hermanos.
La urbe crea anonimato y distancia.
Pasa alguien desconocido y no se le mira, se le ignora.
Y, sin embargo, es el mismo ser humano que encuentras en lo alto de las montañas…
A todos les envío amor y deseo de felicidad.
Eso tan grande y tan sencillo para lo que hemos nacido y estamos en el planeta.
Para elevar todos nuestros niveles de vibración en las otras esferas.
Para ayudar al planeta mismo a que lo haga.
Y tan sólo viviendo plenamente cada instante, viviendo ahora que es el único punto de realidad, no el pasado ido ni el futuro por llegar…
El día es muy lluvioso.
En un momento en que se ha detenido la lluvia, aprovecho para ir a comer a un restaurante próximo, donde –por módico precio- me dan un buen menú.
Está rodeado de amplia tierra y también de árboles.
Como y me pongo en marcha hacia mi apartamento.
La voz sonora y profunda de algunos truenos, me avisa de las intenciones de la lluvia.
Retorno con cierta rapidez.
Y la benévola lluvia comienza a caer profusamente cuando cruzo la puerta de mi apartamento, ni un momento antes…

 
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Publicado por en 10 junio, 2011 en Sin categoría

 

El Yo Superior

Hoy el día es suave y nublado.
El sol se filtra entre las esquinas de las nubes, igual que la alegría.
Los árboles, el césped y las flores le reciben con la sencillez de ser y saber quién son.
¡Tan al contrario de los pobres humanos, que creemos ser algo y no lo somos, y somos otras cosas que no vemos!
En la tradición esotérica, el Yo Superior es lo que es en realidad nuestro ser dominado por el “ego”, el traidor del paraíso, el enemigo del Amor.
ES EL VERDADERO YO.
A mí –disculpadme- me gusta más llamarlo “el dios o diosa que en verdad somos”.
Y así se lo digo a cuantas personas quiero y me quieren escuchar.
Suelo añadir que vosotras –mujeres- lo sois por derecho de nacimiento, en tanto que nosotros –hombres- hemos de levantarnos costosamente a tal categoría.
Admiro profundamente a la mujer, en quien están naturalmente la vida y el amor.
Que la espada del Amor rasgó su vientre abriendo en él la gruta misteriosa que a ambos contiene.
Y enchió su pecho por iguales motivos.
Y en cambio nosotros estamos más dispuestos al placer que al amor, a la moneda fraccionaria más que al tesoro.
Y el amor está más allá del placer y del dolor.
Y con él, el verdadero vivir y el verdadero ser.
Escuchad, pues, amigas diosas, mi homenaje, bien diferente del que la sociedad os hace –cuando os lo hace-, y bien opuesto al trato despectivo y tantas veces cruel con que todavía hoy (¡siglo XXI de la llamada civilización!) os tratan tantos hombres primitivos.
Y no sólo eso, sino con respeto y con amor y no como fuente de placer,
Y os ruego, amadas diosas, que no toleréis nunca ser tratadas menos que así, porque ello es lo que se merece vuestra naturaleza.
Y que, a la par, no temais que así os traten y mirad las intenciones de quien así lo haga.
Y distinguid bien lo que son tácticas de manipulación y embaucamiento, de lo que hombres que ya han llegado a descubrir su propio dios, hacen brotar de sí en justa correspondencia con vuestro ser.
Tal vez sean aún escasos, pero habrán de crecer más.
Habrán de extinguirse las viejas culturas masculinas sobre la mujer. Todas esas deleznables conversaciones entre hombres sobre ellas.
Y tú, amada diosa, no te contagies de ellas pensando en la igualdad, que no es la misma la igualdad hacia abajo que hacia arriba.
Que no teneis que bajar vosotras a su nivel, sino ellos subir al vuestro.
Que no teneis que deseperar si no aparece el que esperais.
Llegará en el momento oportuno si sabeis rechazar a quien no es y mantener vuestra búsqueda y espera de lo que os merecéis.
No importa la edad si del amor se trata, os lo aseguro.
¡Jamás os vendáis por menos que por vuestro valor de diosas!
Tened paciencia y seguridad.
Y sabiduría también. ¿Pensáis que por montaros en un carromato, no pasará la carroza real?
Ya ha cambiado la sociedad lo suficiente como para romper pequeñas reglas primitivas.
¡No imitéis al viejo modelo masculino, que es desechable, y si lo seguís os haréis vosotras parecidas!
Vivid el amor porque nada menos os merecéis.
Y si él lo fingía y no está a vuestro nivel, de una u otra manera seguid vosotras vuestro camino y que o él aprenda o que se retire a hacerlo.
Y si lo vierais claro, marchad o que él marche.
No temáis nada. La vida os protegerá.
Actuará la diosa en vuestro interior y creará las circunstancias propicias.
Confiad, que vosotras sois capaces.
Que teneis la resistencia que los hombres no tienen.
Que siendo hechas para el amor, que es lo más grande, podéis ser solitarias más que el hombre
y más independientes emocionalmente que él, porque el amor NO ES DEPENDENCIA.
Puede al hombre volverle loco la soledad y –por salir de ella- hacer locuras e insensateces.
Y también manipular y mentir.
Sed prudentes y lúcidas. Tenéis más capacidad de VER que la que tienen los hombres.
Un dato de vuestro cerebro es que el cuerpo calloso que une ambos hemisferios tiene muchísimos millones más de neuronas que el cerebro masculino.
Con lo cual vuestra inteligencia emocional puede conectar mejor con la verdaderamente racional, y distinguir mejor a la otra persona, conocerla mejor.
Esa que se ha llamado “intuición femenina”, que frecuentemente acierta.
Mantened vuestros valores, que incluso la neurociencia los está validando.
Mantened vuestro ser de diosas.
Que teneis que enseñarnos a los hombres la forma y contenido del verdadero amor, que nada es más importante y necesario en este pobre mundo que nos rodea.
Que teneis que enseñarnos la diferencia entre el gozo y el placer. Que gozo proporciona el amor, incluído el físico, y placer es solamente el disfrute buscado para sí mismo, incluso fuera del amor.
Que tenéis que enseñarnos la risa y el llanto, la alegría por encima del contento y el sufrimiento verdadero y aceptado.
Que teneis que enseñarnos a vivir los auténticos valores, y no el lograr, el competir, el escalar, el esfuerzo y la lucha, que parece que los hombres hemos trasladado a un tiempo civilizado lo que fue antaño la lucha por la supervivencia.
Que ya no es el hombre el protector de la especie,
que la leona puede ser más fiera incluso que el león para luchar por los suyos.
Que ya no hay que luchar, sino usar LA INTELIGENCIA TOTAL y vosotras –y hasta vuestro cerebro- estáis más preparadas para ello que nosotros.
Que nos perdemos todavía los hombres en discutir o competir en si somos mejores que el otro, si sabemos más, o si jugamos mejor en los deportes,
o alguna de nuestras habilidades sobresale por encima de la del otro.
Que somos aún como unos críos, y vosotras lo sabéis.
Y hasta podéis manejarnos como a tales si queréis.
Mas si lo queréis hacer ¡que sea, por favor, para que crezcamos!
Que a mí, mi diosa que se fue, me dio muchas oportunidades de aprender.
Aunque vosotras tenéis la prerrogativa de decidir cuántas y durante cuánto tiempo hayan de ser las oportunidades, porque hay hombres –por desgracia, sin duda alguna- que no quieren aprender ni transformarse.
Que no quieren llegar a ser su dios, el único interlocutor posible de una diosa.
Que no quieren abrir su corazón y llegar a sentir y a expresar lo que sienten.
Que aún conservan la cultura primitiva y machista del desdén a la emoción, o a lo que no es demostradamente científico, o a lo esotérico, o a lo intuitivo, o a la contemplación quieta y serena de la belleza, a al recibir para dar, o al aceptar sin luchar, o al mirar sin pensar y decirle cada día a su diosa algo nuevo que por ella sienten, algo nuevo de ella que han visto y recuperado, algo que a ella le haga sentir LA DIOSA QUE ES…
Más altas y hondas son aún las cualidades y características de los dioses.
Son, por de pronto, CREADORES.
Yo lo supe un día en que se me estaba infiltrando una tristeza destructiva, muy diferente de la verdadera tristeza que hay que recibir plenamente.
Y al darme cuenta de que –como dios- puedo crear
DECIDÍ CREAR PARA MÍ MISMO LA ALEGRÍA SIN MOTIVOS.
No “el contento” que ciertamente depende de motivos y yo no los tenía.
LA ALEGRÍA.
“Hija del Elíseo” que proclama Schiller en la música formidable de la novena sinfonía de Beethoven.
“HIJA DEL AMOR”, la llamo yo, porque el verdadero amor tampoco tiene motivos.
Y podéis también –os lo aseguro porque yo lo he hecho- superar espacio y tiempo en el amor, podeis estar junto al ser que améis, podéis superar el devenir del tiempo, lo podéis parar y convertirlo en el presente eterno del ahora.
Podéis crear un mundo en torno vuestro que sea sólo vuestro. Un mundo de luz y de belleza. Un mundo en el que no entre el mundo físico que os rodea, ni sus errores ni sus conflictos ni su negatividad.
E invitar a entrar en él al ser de vuestra elección…
Podéis también y como diosas ANIQUILAR.
Aniquilar lo oscuro y negativo.
Aniquilar el conflictivo pensamiento y ver en lugar de pensar.
Aniquilar lo que posee la mente de muchos, en vosotras mismas: la desconfianza, el recelo y los temores.
Porque una diosa no tiene nada que temer.
Los demás dioses, sus hermanos o su amante, la ayudan siempre.
Y ella es, como diosa, invulnerable al daño si es que así ella lo decide.
Y EL DIOS SUPREMO, SU PADRE Y MADRE, QUE ES INFINITO AMOR, NO PERMITE QUE NADA LE DAÑE…
Compañeros hombres, dioses algunos también, he hablado sobre todo de las diosas, que es su merecimiento, que de ellas nacimos y podemos renacer.
Y que todavía hoy en día tienen muchas cosas que enseñarnos, las que nos quedan en los viejos modelos masculinos, las que tenemos que terminar pronto, las que ellas saben nada más nacer…
SEAMOS DIOSES DIGNOS DE LAS DIOSAS.
SEAMOS TODOS NUESTRO VERDADERO Y PROFUNDO SER, POR ENCIMA DE APARIENCIAS Y FORMAS SUPERFICIALES.
QUE LA FELICIDAD SE EMPEÑARÁ EN VENIR A NUESTROS CORAZONES…

 
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Publicado por en 7 junio, 2011 en Sin categoría

 

¿Es útil para otros la propia felicidad?

Está el día cubierto y lluvioso.
Esta noche me ha acompañado la canción de la lluvia.
De modo dulce y pacífico.
Persistía ella en su canción, pero su regularidad tenía algo hipnótico.
Y ella no espantó a Hipnós, el señor del sueño.
El sueño y su inocencia, en el que todos los seres humanos se vuelven niños, se relaja la dureza de las facciones, y hasta muchos que otros consideran “malvados” duermen en paz.
¿Sabemos acaso, amig@s mí@s, por qué aquellos que fueron niños inocentes se tornaron en lo que son ahora?
¿Sabemos si el miedo los acongojó, si su entorno produjo malos tratos, si comenzaron la vida defendiéndose para sobrevivir…o sencillamente no recibieron el amor que necesitaban?
Y son ahora, por eso, almas heridas y enfermas en las que prendió la desdicha porque no llegaron nunca a la felicidad…
El otro día le preguntaba a un niño si era feliz.
Me contestó con tono obvio que sí.
Y le dije que lo mantuviera siempre, porque muchos mayores se olvidan de ser felices.
Dijo Freud (también los genios se equivocan) que “la felicidad no es un bien socialmente útil”.
Y hoy amig@s, que soy feliz, quiero recordaros a tod@s algunas de las muchas cosas que la propia felicidad pone en movimiento entre los otros seres,
de forma que se puede afirmar a boca llena y corrigiendo al genio, que ser nosotros felices aporta mucho a la sociedad…
Como siempre veis que os relato, el pensamiento contiene convicciones corrompidas.
Una es esa idea de que –si los demás sufren- no es digno que tú seas feliz, “es egoísta”.
Cierto es también que quien lo dice se hace extrañas ideas sobre la verdadera felicidad.
Considéranla un cúmulo de placeres, de “pasárselo bien” sin importarles para nada los demás.
Y estaríamos de acuerdo en ello. Tal fórmula de felicidad ofende el sufrimiento ajeno porque en ella no hay amor ni compasión.
Pero no es eso la felicidad.
La felicidad es el ornato inevitable que acompaña a quien vive en Verdad, en Belleza, en Bien y en Amor.
Por ello se dijo que “un santo triste, es un triste santo”.
Y para nada hace falta ser “un sant@” para ser feliz.
Basta con amar.
Porque quien ama surge de el/ella el Bien, que es amor el creador del Bien.
Quien ama vive la gran Verdad, que La Realidad ha nacido del Amor y está en ella.
Quien ama todo lo transforma en Belleza, que la Belleza es el resplandor del Amor.
La Alegría es la Hija del Amor.
La Felicidad es la cosecha constante de flores y frutos de ese paraíso terrenal, donde podemos estar cualquier ser humano que viva con consciencia en el ahora…
¿En qué, pues, puede ofender la felicidad al sufrimiento ajeno, en qué aparece el “egoísmo”?
¡Si para ser feliz necesitas desactivar el ego, o –al menos- detenerlo!…
Lejos de aquella reconcentrada felicidad, quien es en verdad feliz desea que los demás lo sean.
Y hace, en consecuencia, muchas cosas para facilitárselo.
Nadie puede dar a otra persona la felicidad. De modo tal que es equivocada esa expresión de “tú me haces feliz”, aunque la digan los enamorados.
Porque la felicidad es fuente que nace del interior de nuestro ser cuando es en verdad él mismo.
Sólo se puede invitar a la felicidad, porque no se da, se aprende dentro de uno mismo.
Pero no hay mejor invitación que la presencia y el contacto con quien lo es.
No necesita propaganda ni convencimiento.
Le basta con “ser”.
¿Qué puede convencer mejor?
Sin duda habrá quien sienta envidia en vez de estímulo. La necedad humana no tiene límites.
Pero la persona feliz no depende de los resultados de su acción. Si los demás no aceptan la invitación,
es su propia decisión, que pueden también decidir ser infelices.
Y curiosamente es esta decisión más frecuente de lo que pueda parecer. Aunque la suele tomar el subconsciente, a espaldas de lo que la misma persona se entera.
Hay auténtic@s profesionales de la infelicidad.
Y parece que no exista persona suficientemente feliz para suscitar en ell@s el impulso de caminar hacia la dorada forma de vivir…
El mero hecho de que las personas felices retiren del colectivo la masa de negatividad que es tan frecuente aportar, ya mejora a la sociedad.
Si creciera el número de las personas felices, la humanidad cambiaría.
Porque sucede que las personas felices son las únicas que pueden, auténticamente, ser personas buenas.
¿Quién puede dudar –excepto Freud- que la felicidad individual es un bien socialmente útil?

 
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Publicado por en 6 junio, 2011 en Sin categoría