Y ya me encuentro en sus finales.
No sé qué tiempo pasará. Meses, años…
Muchos se han marchado ya mientras aún sigo.
Marchó mi compañera…Terribles fueron los tiempos…Hasta que llegó a mí y me dejó muy dentro una parte de su corazón. Que así lo sentí con extrema certidumbre…
Desde entonces trato de acoger a cuantos vengan a mí con sus angustias y sus penas. Cuanto me parece poder y saber.
Y escribo…
Transmito palabras…
Me entretiene y me distrae escribir.
E intento comunicar mensajes que me parecen válidos para bien vivir…
Me vienen a veces pensamientos de que no me queda mucho de estar en este bello planeta, esquina de la galaxia, hijo del sol.
Pero los ignoro y trato de quedarme en eso tan sencillo y tan difícil que llamamos “el ahora”.
Bajo ese epígrafe está escrito este blog, “Viviendo ahora”.
Ni estar en el pasado, ni huir hacia el futuro.
Y nunca atar la mente, que es preciso dejarla ir a donde quiera, justo para poder saber qué es lo que quiere ella.
Si no lo sabes ¿cómo puedes tomar tus decisiones, cómo puedes elegir lo que haces cuando nada te lo está imponiendo, cómo puedes orientarte, caminar hacia algún sitio, tratar de poner tu impronta en este mundo, en esta sociedad que intenta manejarnos?
Si no lo sabes, estás en manos de los manipuladores y en manos de tu propia automanipulación.
Y en tales manos te parecerá que vas a donde quieres ir, y –en realidad- te estarán llevando.
JAMÁS PODRÁS SABER QUÉ ES VIVIR EN LIBERTAD.
No sabrás, siquiera, cuándo callar y cuándo hablar,
porque te atarán las viejas normas, estarás sujeto a los tabús, a los temores, y ello precisamente te pondrá en peligro, porque creerás que debes decir o hacer algo que puede generar rechazo contra ti, que produzca peligro incluso para tu integridad.
Los mártires eligieron morir. Sin ser necesario.
Podían haber callado y no quisieron hacerlo porque se sentían obligados a confesar su fe.
Tal vez hubo quien fuera libre al hacer tal elección.
Pero quien lo fuera, no tuvo que sentir ninguna obligación. Porque quien se siente obligado, no es libre…
Intento, pues, estar atento a lo que sucede en mi interior.
Detecto a veces movimientos de enfado que alteran mi realidad.
Veo negativo tal enfado, disminuye la inteligencia, reduce el campo de observación, encierra en posturas rígidas, crea animadversión…
Pero la cuestión está en percibirlo en el instante, no después. Darse cuenta en ese crítico momento para que se pueda detener por sí mismo, no por intento de voluntad.
En otras ocasiones (viendo, por ejemplo, televisión)
advierto que “me cae mal” tal o cual persona. Y se me abre interrogante sobre mí mismo para observar mis motivos y – en ellos- mi negatividad…
Y así, muchas otras cosas más…
Estoy viviendo en un lugar que para mí es maravilloso, en una zona montañosa de la provincia de Segovia.
Me rodea un largo semicírculo de montañas y campo abierto, árboles, arbustos, matojos, hierbas y tierra desnuda…
Me acompañan venturosamente mis hijos, regalo
maravilloso e insustituible. Me cuidan y me tratan con amor que es más de lo que siento que merezco.
Y completan la familia cuatro perros, muy queridos como es obvio, porque son también familia nuestra.
Bajo al pie de mi casa muchas veces para dejarme embargar por tanta belleza que la Naturaleza encierra. Y con cierta frecuencia describo en el blog momentos de esas estancias, o su visión detrás de los cristales de las ventanas.
El gozo que me produce no es fácil describirlo.
Establezco diferencia entre “placer” y “gozo”, a tenor de mi experiencia.
La palabra “placer” la reservo para el disfrute en el cual percibo presente a mi “ego”. Y la palabra “gozo” para esos momentos en los cuales “me pierdo en la Belleza” y no me acuerdo de mí…
Mi vida, vista desde fuera, es en extremo simple.
En tiempo frío prácticamente no salgo de casa, lo cual –sin duda- no es muy bueno precisamente para mi salud porque estoy casi todo el tiempo empotrado en un sillón, ordenador delante y escribiendo o leyendo o meditando.
Me escribo con amigos, compartiendo vida y aprendizajes. Algunos muy especiales, muy singulares y próximos…
Y estoy disfrutando de todo ello.
No son óbice las molestias del cuerpo propias de mi edad (más o menos propias, que depende mucho de cómo ha tratado o trata su cuerpo cada uno…yo no lo he hecho bien en especial)…
Pero me encuentro en paz.
Y pasa el tiempo, pasan los días, sin prestar yo mucha atención a su paso, que frecuentemente no sé en qué día estoy…
Muchas cosas suceden por dentro. Quier sea el pensamiento y el cerebro, quier la mente, constantemente suceden cosas en nuestro interior.
Y La Vida, la que nos está animando, la que anima a plantas y animales, a la tierra, a los astros y planetas, al Universo y a tantos Universos…continúa siempre hacia delante…
Y ante toda esa inmensidad y eclosión constante, resulta prácticamente banal acordarse de cuánto tiempo vaya a vivir la mínima hormiga en el mínimo grano de arena de la tierra en este rincón de la Vía Láctea…