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Archivos Mensuales: diciembre 2013

La Yaya

La Yaya.
Se marchó a las doce la otra noche. Cuando ya fue el momento.
Antes su cerebro padeció dos fuertes ataques, pero los resistió bravamente.
sin que ni siquiera los ictus dejaran huella alguna.
Brava mujer, mujer pequeña como suelen ser todas las mujeres grandes.
Mujer afable y cariñosa, desbordando siempre afecto por su familia
en la que me he sentido englobado a través de su nieto que es pareja
de mi hija. Y me ha llegado el cariño…
Los que somos muy mayores podemos a veces comunicarnos como no
saben los demás. Incluso más allá de lo que para quizá la mayoría
constituye una barrera infranqueable.
Y en esa concreta hora en que ella se marchaba, pasaba mi propio cuerpo
por estrecheces, por si acaso compartir algún sufrimiento ayudara a la
lucidez y brillantez de la consciencia…
¡Qué hermosa y gozosa era su consciencia al ver un comedor rebosante
de descendientes suyos y sus parejas, decenas de personas unidas por
el afecto, árboles brotados todos de su tronco!
Su ausencia será del todo insustituible. El hueco de la Yaya no lo podrá
llenar nadie.
Tal vez si a dos o más de sus descendientes les llega poderosamente
su enorme espíritu de familia, tal vez esa suma consiga mantenerlo
en el co
lectivo. Será una nueva creación, aunque también contendrá
esencia de ella, de la Yaya.
Pero permitidme que os advierta: No bastará con lo que suele llamarse
“recuerdo”. De poco servirá que sigan ardiendo esos leños de recuerdo
para que siga presente la memoria, porque
-para que ella viva- ha de estar animada por espíritu en el ahora.
A algunos de vosotros les llegará el poder y la consciencia. ¿Con cuánta intensidad?
Seguramente necesitareis agrandaros para poder llegar al tamaño de la pequeña
Yaya.
O sumaros como ya os he dicho.
¡Y que no desaparezca la preciosa obra que forjó ella!

 
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Publicado por en 2 diciembre, 2013 en Sin categoría