Es una tarea extremadamente importante y urgente.
Hechos que lo demuestran los tenemos a diario.
Las guerras, la economía salvaje, los asesinatos, la brutalidad en las parejas y en las familias, el abuso de los niños…¡Y tantas cosas más!.
Acaba de saltar a la actualidad en nuestro país el caso del falso monje saolín y sus asesinatos, de los que parece no haber duda.
Y la gente se pregunta cómo pudo engañar a tantos y, al parecer, tanto tiempo.
Aquella frase de W. Churchill de que no puedes engañar a todos todo el tiempo, parece haber quedado en entredicho. Salvo que no ha sido “todo el tiempo”, puesto que él mismo se ha desenmascarado….
Y lo que me planteo, amig@s, es que el cerebro humano es muy vulnerable y necesita ser cuidado para no caer en horribles barbaridades.
Pero el mayor problema es que la sociedad misma induce lo que acaba corrompiendo al cerebro, antes o después. Y si la sociedad está incursa en el mismo problema que luego nos estalla en las manos…¿qué solución se puede dar?
Tengo un grupo de amig@s que intentan con entusiasmo aportar a cuantos les lean “nuevas pautas” de comportamiento, algo que sea “más humano”, que conduzca a otro modelo de sociedad.
Me uní a ell@s al principio porque había entendido de otra manera su propósito. Pero dejé de intervenir porque –desde mi punto de vista- están haciendo lo mismo que se hizo siempre y que sepulta al ser humano en sus errores y barbaries ancestrales. ¡LAS PAUTAS!
Cuanto aludí al principio ha dejado demostrado que el cerebro humano no cambia por muchas pautas que se establezcan, ni individual ni colectivamente.
Ahí están las religiones milenarias haciéndolo desde siempre, ahí está la ética que no depende de ellas sino de filosofías.
Y aquí y ahora el ser humano sigue siendo la misma realidad capaz de producir cualquier barbarie.
EL CEREBRO NO SABE GUIARSE POR LAS PAUTAS.
EL CEREBRO SE PUEDE ENGAÑAR Y FALSEAR PESE A TODAS ELLAS.
Y ni siquiera los profesionales de la salud mental son capaces en muchas ocasiones de retornar a un cerebro humano a lo que llamamos “normalidad”,
y ello en las ocasiones en que tienen la oportunidad de tratarlo, que la inmensa mayoría ni acuden al médico ni al psicólogo ni al psiquiatra,
y pese a sus sinceros y tantas veces denodados esfuerzos por ayudar a tales personas…
Nos parece frecuentemente MÁS SALUDABLE el cerebro de los animales que el de los hombres.
El predador lo es, pero tiene un orden y una contención…Y los que no lo son…¡no dañan a nadie!
En cambio el cerebro humano parece no tener límite en cuanto a comportamientos destructivos…
¿QUIÉN O QUÉ PUEDE CUIDAR DEL CEREBRO HUMANO?
No pueden las religiones ni las éticas, no pueden los políticos y gobernantes, no puede la cultura social, no pueden sus presiones, no pueden los profesionales, no pueden los científicos…
¿QUIÉN PODRÁ?
Porque en el territorio humano PARECE QUE NO QUEDA NADA, ABSOLUTAMENTE NADA…
Consideremos dos hechos básicos:
El cerebro humano es el cerebro de la especie; pero es un cerebro INDIVIDUAL.
Por ser el cerebro de la especie, contiene una serie de semejanzas en todos los individuos o en muchos de ellos, lo cual fundamenta la medicina, la psiquiatría, la psicología y la neurociencia.
Pero por ser individual, prevalece el hecho por encima de serlo de la especie. Y se generan comportamientos individuales, diferentes de los otros, aunque en muchos casos sean semejantes.
Y precisamente la neurociencia ha comprobado que EL CEREBRO PUEDE HACERSE DIFERENTE DE LOS OTROS SEGÚN SEA TRATADO POR CADA UNO.
(Recordad, amig@s, el ejemplo del lama.)
Y con esto señalo el segundo hecho básico:
EL CEREBRO ES SU PROPIO CENTRO.
Y de ahí justamente nace –como indican los neurocientíficos- el yo humano, el psiquismo con sus inmensas implicaciones.
Al ser su propio centro, TODO LO CONDUCE A SU PROPIO INTERÉS.
El orden de sus intereses es “racional” y –más radicalmente- “emocional”, puesto que ambos “cerebros” componen el cerebro humano.
Deseos y temores forman parte de lo emocional.
Y existe una separación, y muchas veces un abismo, entre ello y “lo racional”, de tal manera que la llamada “racionalidad” es impotente para dirigir las emociones.
He aquí una de las causas profundas por las que el cerebro FUNCIONA MAL.
NO ES CAPAZ DE DIRIGIR EFICAZMENTE LAS EMOCIONES NEGATIVAS.
Se forman dos estructuras: la racional y la emocional.
Se separan. Con lo cual quedan en la parte más superficial del cerebro “las normas racionales”.
¡Y la mayor parte de las veces pierden ellas ante los impulsos arrolladores de las emociones!
Esto sucede de tal manera que CIVILIZAR al cerebro humano consiste en CIVILIZAR LAS EMOCIONES…
Llevamos, pues, tres grandes causas por las que FALLA EL CEREBRO HUMANO:
Que es “autocéntrico”, es “su propio interés”.
Que está dividido en “racional” y “emocional”.
Que tal división se opone entre sus partes…
HAY ALGO IMPORTANTE que consignar a continuación, y que es –de paso- una de las causas de que las emociones tengan tanto poder:
QUE, EN SU MAYOR PARTE, SON SUBCONSCIENTES.
Solamente afloran al consciente una parte, como la punta del iceberg. Y su gran masa queda fuera del conocimiento consciente.
Por ello sucede que “la parte racional” no llega a comprender las emociones, porque no alcanza a percibir SUS MOTIVOS, que están ocultos.
SE UNE, ADEMÁS, algo que llamamos “represión”, fenómeno psíquico que coopera para ocultar más los motivos emocionales y enterrarles más dentro del subconsciente.
Procede esta represión de lo que Freud llamó “la censura”, que consiste sencillamente en la negación del yo consciente a aceptar que en su interior hay elementos negativos, vergonzosos, “censurables”. ¡Él quiere ser siempre puro e inocente, quiere ser “aceptable” para todos, si fuera el caso, quiere ser “admirable”!
Y su funcionamiento en tal situación consiste simplemente en NEGAR QUE ESO LE PERTENEZCA A ÉL.
Cuando una persona “normal y corriente” percibe dentro de sí un impulso que le parezca “detestable”, SE NIEGA A PENSAR QUE ELLA ES ESO.
Y recurre al almacén inagotable de EXCUSAS Y JUSTIFICACIONES.
Puede calificarlo de “tentación”, cosa del “maligno” como tanto han dicho las religiones.
Puede calificarlo como “algo excepcional” que (¡vete a saber por qué) le ha venido ahora a su mundo interior. Tal vez por las películas que muestran tantas cosas horrorosas. O tal vez porque escuchó noticias de asesinatos y barbaridades en las guerras. O tal vez (si se pone ya “muy culto”) pueda pensar que es una reminiscencia de la crueldad del animal que aún anda coleando en su filogénesis…
Incluso se puede llegar a manejar una verdad, un hecho real, para usarlo también como excusa:
QUE YA DESDE NIÑOS NOS CONDICIONARON, que el cerebro humano tiene una herencia de condicionamientos.
Y por ese camino se puede sospechar de los mayores, del carácter de los padres y los abuelos, incluso del “carácter de la raza”, pensar que descendemos de guerreros y salvajes que dejaron su impronta en nuestras neuronas…
Pero, alegando lo que fuere, el hecho suele ser que la que llamamos “persona normal” rechaza SER ESO.
Ese tipo de persona suele tener de sí misma la imagen de “ser una buena persona”. ¡Y cómo ella va a ser lo que ese impulso señala!
Por este motivo, amig@s, sugiero que no tengamos tal imagen de nosotr@s. Que más nos valdría pensar que “no somos buenas personas”, porque estaríamos dispuestos a aceptar que aparezcan en nuestro subconsciente negatividades y barbaridades QUE SON NUESTRAS, y solamente aceptando que lo son podremos ser capaces de cambiarlas…
Tal vez se vaya perfilando ya la importante conclusión y respuesta al planteamiento hecho:
“QUIÉN PUEDE CUIDAR EL CEREBRO HUMANO”.
Porque a poco que prolonguemos la racionalidad de este problema, podremos llegar a la afirmación que hace el maestro Krishnamurti:
“EL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO ES EL COMIENZO DE LA SABIDURÍA”.
Y solamente tal realidad podrá cuidar de que el cerebro, el tuy@ y el mío, amig@, pueda vivir de manera correcta, aportando a la humanidad los valores que precisa.
ESO SÍ, ADVIRTIENDO ALGO ESENCIAL:
LA UNICA CAPACIDAD QUE HACE POSIBLE ESE CONOCIMIENTO ES LA CONSCIENCIA, EL DARSE CUENTA.
NO SIRVE LA INTELIGENCIA DEL CEREBRO, NI LA RACIONAL NI LA EMOCIONAL.
AMBAS SON DINAMITADAS POR SU CREACIÓN MÁXIMA: EL EGO HUMANO.