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Archivos Mensuales: enero 2011

El fin del mundo

Me ha traído el asunto por carta persona muy querida.
El fin de “este” mundo.
Este que conocemos un poco, tampoco gran cosa.
Porque tampoco nos conocemos a nosotros mismos.
Si lo hicéramos totalmente, también conoceríamos el mundo.
Porque nosotros somos el mundo, somos la Humanidad…
Pero el pensamiento común insiste en ponerlo todo FUERA.
Los Apocalipsis…
Todos ellos expresando la destrucción de la tierra, del sistema solar…
En el año 2.000, a cuenta de la interpretación de las profecías de Nostradamus, gente famosa hubo que anunció su retirada del mundo de la moda y su negocio.
Y luego surgió la profecía maya, para el año 2.012…
Y tantas que ha habido a lo largo de los siglos.
Las de S,Malaquías sobre los Papas…
Aquella de Santa Gertrudis…
Bastantes que no recuerdo. Libros hay dedicados a su recopilación…
Y todas dedicadas al fin del mundo FÍSICO.
¡Qué empeño tenemos los humanos en situar lo real en lo visible y tangible!.
El deseo de lo maravilloso y de lo mágico.
De la solución súbita que caiga de las nubes…
¡El estrecho concepto y vivencia de la realidad que tiene la humanidad!
Atado a los sentidos externos (que también los tenemos internos, tan poco utilizados ).
Extendidos aquellos por los sensores de las ciencias.
Ampliados más a veces por las teorías.
Pero centrados de una u otra forma en el mundo físico…
Sólo con darse cuenta de que lo invisible es anterior a lo visible, que en la escala de lo real la causa de lo visible se sitúa en lo invisible, sólo con eso la mente amplía su visión y recoloca el mundo.
Y lo sitúa en el interior de nosotros mismos.
Porque ¿qué tiene este mundo para que sea preciso terminarlo?.
¿Las guerras?
¿Qué sucedería si las madres se negaran a entregar a sus hijos a los ejércitos?
¿Qué sucedería si los hijos del mundo entero se negaran a empuñar un arma para matar a sus hermanos?
¿Qué sucedería si en el corazón humano hubiera paz?
¿Si desapareciera la crueldad, la insensibilidad necesaria para matar?
¿Si la mente fuera libre de los mitos, del mito de “la patria”, del mito del deber de defenderla y dar la vida por ella (a la par que se arrebata la ajena)…?
¿Si se empleara inteligencia y comprensión para resolver los conflictos?
¿Si los seres humanos se sintieran cercanos, capaces de empatía, simpatía, comprensión emocional, afecto…y hasta AMOR?
En suma, amig@s, SI CAMBIARA EL INVISIBLE MUNDO INTERIOR?…
Y del mismo modo cuanto constituye el mundo visible:
La competencia brutal, la envidia, el deseo descontrolado de lo ajeno, el imperialismo del yo,
el conflicto interno, la división del ser humano dentro de sí mismo en esa escisión del “debo y quiero”…
Si el ser humano cambia por dentro, se termina este mundo…
Diréis que si TODOS los humanos cambian, sucederá eso.
¿Pero cómo va a ser posible?
¡Ah, se nos olvidan cosas del mundo físico que entendemos en él!
La energía nuclear, por ejemplo.
Una pequeña masa de plutonio radiactivo, unida a otra con la que se produzca la masa crítica ¡desencadena la reacción!.
Una pequeña cantidad de virus o bacterias, desencadena las defensas del organismo y todo él se inmuniza a la enfermedad…
¡La parte puede regenerar el todo!
¡Lo pequeño tiene poder frente a lo grande!
Tenemos tan incrustado en la mente que el individuo no es nada, que pensamos que es el número lo que tiene poder…que hasta se nos olvida la historia: Buda, Jesús…
Y de nuevo la réplica: “¡Pero eran seres excepcionales!”.
¿Y no puedes ser tú ese ser que se transforme, deteniendo con la luz de la consciencia todo lo negativo que emerja de ti?
¿Un ser puro instante a instante?
¿Un ser nuevo cada día?
Algo que está al alcance de cualquier persona que lo decida. ¡Tantas veces lo he mostrado aquí!
Y cuando haya de esos seres en el mundo, no todos ni mucho menos, SINO ESA MASA CRÍTICA DE SERES NUEVOS, se producirá la reacción en cadena que trasformará a toda la humanidad…
Será importante intentarlo, ¿verdad?.

 
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Publicado por en 31 enero, 2011 en Sin categoría

 

El fin del mundo

 
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Publicado por en 30 enero, 2011 en Sin categoría

 

¿Nos merecemos los humanos el regalo que nos hicieron?

Con estas palabras me piden que escriba. No fueron mías. Salieron de un ahora compartido.
Pero sin más explicaciones…
Y soy todo dudas.
Ignoro aún cómo salir de ellas, o escribir desde ellas.
Poco o nada uso la palabra “merecer”.
Especialmente por interés propio: no siento que merezca lo que la vida me da, ni muchas personas.
Siento que me da muchísimo más de lo que pueda merecer.
“Merecer” es ser digno de premio o de castigo.
Pero la R.A.E. hace una petición de principio diciendo que ser digno es ser correspondiente o merecedor de algo.
De modo que entre merecer y ser digno hay un laberinto, o un círculo. Vas del uno al otro…
Pero el sentido coloquial puede salvarnos.
Si mereces algo, se piensa que te lo has ganado, que te lo tienen que dar.
No es seguro que se produzca el hecho: hay “merecedores” a quienes no se les da lo que merecen. La vida social está llena de ejemplos.
Depende, pues, el logro de lo merecido, de que alguien lo otorgue.
Lo cual sitúa al otorgante por encima del merecedor. En sus manos está la concesión.
Así pues, el planteamiento de nuestra pregunta nos remite a alguien superior a nosotros, los humanos.
Alguien que nos dio un regalo. Excepcional supuestamente.
Y “de Arriba”.
¿Extraterrestres? ¿Dioses? ¿La Mente Universal? ¿La Suprema Fuente?…
No especifica la persona que plantea la pregunta…
A poco hemos llegado, pero la palabra “regalo” quizá nos deja aún más perplejos.
Si fue regalo, no nos correspondía por nuestra naturaleza.
Se trata, pues, de algo que tenemos y nos excede a la par.
No son nuestras capacidades naturales.
Todas nos corresponden por naturaleza.
Tal vez justamente menos una.
Una que desborda nuestro cerebro, que no puede producirla.
Una que hasta desborda nuestra condición de seres espaciotemporales.
Una que ni siquiera podemos comprender cuando pasa por nosotros, nos atraviesa, nos “sobrecoge”, eso que es tomarnos desde arriba y elevarnos…
EL AMOR.
No “el enamoramiento” que es un cóctel de hormonas cerebrales que acerca intensamente a dos personas…para llevarlas a la ocasión de AMARSE…
Muchísima gente piensa que el amor es algo natural en los humanos.
Y ni siquiera se fijan en que tal vez no llega a un 5%
las parejas entre las que hay verdadero amor.
Ello sin nombrar a todas las que se rompen…
Si fuera una capacidad natural, el porcentaje sería –como poco- a la inversa.
No lo es, si lo pensamos en serio.
Ni estadísticamente ni por la naturaleza que parece mostrar el auténtico amor.
Dura SIEMPRE.
Existe aun sin estar en el mismo ESPACIO. Personas hay que se han amado y se aman en la distancia.
Supera la barrera de LA MUERTE…
Lo sabe quien ha vivido verdadero amor…
Ni tiempo, ni espacio, ni muerte le pueden vencer…
Eso excede la capacidad del cerebro humano.
ES UN REGALO.
¿Qué regalo mayor puede haber?
Transforma a quien toca.
No sólo cambia su mundo, cambia su vida, cambia su ser.
Y, además, “irradia”.
Hay algo que la gente percibe.
Despierta diferentes emociones en ella:
Admiración, envidia, incredulidad, deseo de emulación…
Lo extraordinario suscita lo contradictorio entre los humanos…
¿Se merecen lo humanos el regalo del Amor?
EL AMOR NO PUEDE MERECERSE.
Supero el intento de lograrlo.
Nadie puede hacerse acreedor de Él.
SIEMPRE ES REGALO NO MERECIDO…

 
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Publicado por en 28 enero, 2011 en Sin categoría

 

Los complejos

Con ese nombre también me lo han pedido.
Sin especificar.
Y sin hacerlo yo, escribiré lo que venga a mi mente y emoción.
Ni en plan de psicólogo ni de “profe”.
Como amig@s que compartimos preocupaciones nada más…
Sencillamente hablando, complejo es “algo que te ata por dentro, que te impide…”
“Me da vergüenza hablar en público…No puedo, tengo complejo…”
“Cuando me miran todos en un grupo, me pongo roj@, no puedo evitarlo, es mi complejo”.
“Mostrar mis sentimientos me da vergüenza, no me atrevo…me da complejo…”
“No puedo ponerme en primer lugar…por la mitad o así…será un complejo”…
“Pienso que todo me va a salir mal…es mi complejo”…
¡Y no menos de cien más!
Parecido al anuncio de la tele que usa “las fobias” para proponerte un coche…
Sí, claro, nos dirán los psicólogos que muchos complejos encierran fobias…
Pero evitemos ponernos sesudos.
Dejemos a un lado aquello de “las grabaciones cerebrales y los traumas de la infancia”.
Y esos llamados métodos de “desensibilización” que ya la palabra cuesta pronunciarla.
En plan casero, amig@s.
¿Qué hacemos con los complejos, contengan o no (¡hay que ver, encima!) “fobias” añadidas o precedentes?.
Verás, primero ¿por qué no te aceptas?.
¿Qué tienes complejos?. Bueno, yo me rompí una pierna en seis trozos y camino por ahí con 30 cts. de chapa (“estenium” en plan fino) y seis señores tornillos cuya cabeza casi se me sale de la piel.
Accidente tuve. O sea “trauma”. Lo acepto. Claro, qué remedio.
¿Qué tal si te aceptas a ti con tu complejo?
Caso conozco de persona que le daba mucha vergüenza hablar en público, y tomó de tema su vergüenza.
Y fue describiendo al público lo que le pasaba.
“Mirad, ahora prácticamente estoy temblando…Y seguro que se me va a quedar la mente en blanco…
Y tendré que preguntaros “qué iba a decir”…Claro es que si no lo dije, no me lo podréis decir vosotros…¿Y si os digo cualquier cosa os vais a reir de mí?…”
Y caso es que entretuvo al público y le despidieron con un aplauso…
“Uy, si yo hago eso, me muero”…
Tienes dos opciones:
O haces testamento,
O simplemente no hables en público…
“Pues vaya, así no soluciono mi complejo”.
Seguro, pero te quedarás en paz.
Dirás: “Oid, de hablar en público, a mí ni me miréis. Eso para otr@”…
Claro que si digo “oid”, ¡es que había público!
Bueno, pues al oído: “Oye, que yo de hablar en público nada de nada, eh…Pásalo”…
O sea, que puedes aceptarte a ti y a tu complejo ¡y seguir viviendo!
Todo el mundo tiene limitaciones, no lo dudes.
Tú tienes las tuyas. Tienes derecho a ello.
Por tanto y segunda cuestión ya: NO TE AVERGUENCES.
Que vamos a casa del presidente del gobierno…este señor…¿cómo se llama?…¡y resulta que tiene complejo a que los hijos le digan el nombre en diminutivo!…
Puede que podamos avanzar más.
Si ya aceptas tu complejo y no te da vergüenza…¡hasta podrás bromear con él!
Y en tu grupo de amig@s hasta chistes serás capaz de hacer en torno suyo…
Y si le vas tomando confianza, puede ser que él se relaje al sentirse bien tratado.
“Pues no soy tan feo ni tan raro”, se dirá.
Y si sigue ese camino ¡cualquier día te sorprende saltando al ruedo, quién sabe!…
Que yo, sinceramente, no sé de qué tamaño tenemos el complejo o cuánto le aumentamos dando vueltas a que lo tenemos…
O sea, que puede serte saludable olvidarte del complejo.
Que engorda si lo piensas.
¡Es sana máxima olvidarse del pensar cuando de asuntos interiores se trata!
Estás ahí, se presenta un reto, lo coges y actúas.
Sencillamente…
¿Qué más hacemos, amig@s, con eso de los complejos?
¿Maldecir?…”¡Puñeteros padres o profesores que me metisteis ese complejo!”…
Si vivimos con los padres, los domingos, por ejemplo, a los postres, puedes decir:”¡La faena que me hicisteis metiéndome este complejo!”…
Puede que al quinto domingo te digan ellos:”¿Y no te le metiste tú?”…
Y ya te enteras que el complejo es tan tuyo, que tú le fabricaste.
¡Reconcíliate otro poco más con él!
Eres su creador. Él te mira con arrobo.
Pobrecito, hazle preguntas:
“¿Oye, tú sabes por qué o para qué te he creado?”
Lo mismo te la devuelve: “Creador, tú tienes que saberlo”.
Y puede que te pongas a recordar, o a mirar, qué puñetera ventaja creías alcanzar fabricando tu complejo.
Que no lo dudes, el subconsciente es animal astuto.
Puede que tú no te enteraras y decidas ahora –o hace tiempo- que es MOLESTO tu complejo.
¡Pero alguna ventaja sacabas de él, que por ella le hiciste!
Claro, ahora te fastidia y ni se te ocurre qué ventaja pudo ser. Le tienes manía al pobre.
Anda, porfa, dialoga con él que él te venera.
A lo mejor empiezas a recordar que esa era la manera de zafarte…o de evitar…o de escapar…o de, en vez de ello, dedicarte a hacer…
¡Leñe, ESO!…
E incluso, a lo mejor, ¡TE DAS CUENTA DE QUE YA NO LO NECESITAS!.
Que ya eres mayor y puedes afrontar cosas que los demás afrontan.
O que ya no tienes que evitar AQUELLO…
Y puede ser que –hasta con pena- te despidas del complejo y él se vaya al limbo, que –por lo visto- ya no existe…
Y otra cosa más, de las muchas que se empeña en inventar la mente, se ausente definitivamente dejando espacio libre para que la vida entre y la vivamos a pleno pulmón…

 
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Publicado por en 28 enero, 2011 en Sin categoría

 

Los complejos

Con ese nombre también me lo han pedido.
Sin especificar.
Y sin hacerlo yo, escribiré lo que venga a mi mente y emoción.
Ni en plan de psicólogo ni de “profe”.
Como amig@s que compartimos preocupaciones nada más…
Sencillamente hablando, complejo es “algo que te ata por dentro, que te impide…”
“Me da vergüenza hablar en público…No puedo, tengo complejo…”
“Cuando me miran todos en un grupo, me pongo roj@, no puedo evitarlo, es mi complejo”.
“Mostrar mis sentimientos me da vergüenza, no me atrevo…me da complejo…”
“No puedo ponerme en primer lugar…por la mitad o así…será un complejo”…
“Pienso que todo me va a salir mal…es mi complejo”…
¡Y no menos de cien más!
Parecido al anuncio de la tele que usa “las fobias” para proponerte un coche…
Sí, claro, nos dirán los psicólogos que muchos complejos encierran fobias…
Pero evitemos ponernos sesudos.
Dejemos a un lado aquello de “las grabaciones cerebrales y los traumas de la infancia”.
Y esos llamados métodos de “desensibilización” que ya la palabra cuesta pronunciarla.
En plan casero, amig@s.
¿Qué hacemos con los complejos, contengan o no (¡hay que ver, encima!) “fobias” añadidas o precedentes?.
Verás, primero ¿por qué no te aceptas?.
¿Qué tienes complejos?. Bueno, yo me rompí una pierna en seis trozos y camino por ahí con 30 cts. de chapa (“estenium” en plan fino) y seis señores tornillos cuya cabeza casi se me sale de la piel.
Accidente tuve. O sea “trauma”. Lo acepto. Claro, qué remedio.
¿Qué tal si te aceptas a ti con tu complejo?
Caso conozco de persona que le daba mucha vergüenza hablar en público, y tomó de tema su vergüenza.
Y fue describiendo al público lo que le pasaba.
“Mirad, ahora prácticamente estoy temblando…Y seguro que se me va a quedar la mente en blanco…
Y tendré que preguntaros “qué iba a decir”…Claro es que si no lo dije, no me lo podréis decir vosotros…¿Y si os digo cualquier cosa os vais a reir de mí?…”
Y caso es que entretuvo al público y le despidieron con un aplauso…
“Uy, si yo hago eso, me muero”…
Tienes dos opciones:
O haces testamento,
O simplemente no hables en público…
“Pues vaya, así no soluciono mi complejo”.
Seguro, pero te quedarás en paz.
Dirás: “Oid, de hablar en público, a mí ni me miréis. Eso para otr@”…
Claro que si digo “oid”, ¡es que había público!
Bueno, pues al oído: “Oye, que yo de hablar en público nada de nada, eh…Pásalo”…
O sea, que puedes aceptarte a ti y a tu complejo ¡y seguir viviendo!
Todo el mundo tiene limitaciones, no lo dudes.
Tú tienes las tuyas. Tienes derecho a ello.
Por tanto y segunda cuestión ya: NO TE AVERGUENCES.
Que vamos a casa del presidente del gobierno…este señor…¿cómo se llama?…¡y resulta que tiene complejo a que los hijos le digan el nombre en diminutivo!…
Puede que podamos avanzar más.
Si ya aceptas tu complejo y no te da vergüenza…¡hasta podrás bromear con él!
Y en tu grupo de amig@s hasta chistes serás capaz de hacer en torno suyo…
Y si le vas tomando confianza, puede ser que él se relaje al sentirse bien tratado.
“Pues no soy tan feo ni tan raro”, se dirá.
Y si sigue ese camino ¡cualquier día te sorprende saltando al ruedo, quién sabe!…
Que yo, sinceramente, no sé de qué tamaño tenemos el complejo o cuánto le aumentamos dando vueltas a que lo tenemos…
O sea, que puede serte saludable olvidarte del complejo.
Que engorda si lo piensas.
¡Es sana máxima olvidarse del pensar cuando de asuntos interiores se trata!
Estás ahí, se presenta un reto, lo coges y actúas.
Sencillamente…
¿Qué más hacemos, amig@s, con eso de los complejos?
¿Maldecir?…”¡Puñeteros padres o profesores que me metisteis ese complejo!”…
Si vivimos con los padres, los domingos, por ejemplo, a los postres, puedes decir:”¡La faena que me hicisteis metiéndome este complejo!”…
Puede que al quinto domingo te digan ellos:”¿Y no te le metiste tú?”…
Y ya te enteras que el complejo es tan tuyo, que tú le fabricaste.
¡Reconcíliate otro poco más con él!
Eres su creador. Él te mira con arrobo.
Pobrecito, hazle preguntas:
“¿Oye, tú sabes por qué o para qué te he creado?”
Lo mismo te la devuelve: “Creador, tú tienes que saberlo”.
Y puede que te pongas a recordar, o a mirar, qué puñetera ventaja creías alcanzar fabricando tu complejo.
Que no lo dudes, el subconsciente es animal astuto.
Puede que tú no te enteraras y decidas ahora –o hace tiempo- que es MOLESTO tu complejo.
¡Pero alguna ventaja sacabas de él, que por ella le hiciste!
Claro, ahora te fastidia y ni se te ocurre qué ventaja pudo ser. Le tienes manía al pobre.
Anda, porfa, dialoga con él que él te venera.
A lo mejor empiezas a recordar que esa era la manera de zafarte…o de evitar…o de escapar…o de, en vez de ello, dedicarte a hacer…
¡Leñe, ESO!…
E incluso, a lo mejor, ¡TE DAS CUENTA DE QUE YA NO LO NECESITAS!.
Que ya eres mayor y puedes afrontar cosas que los demás afrontan.
O que ya no tienes que evitar AQUELLO…
Y puede ser que –hasta con pena- te despidas del complejo y él se vaya al limbo, que –por lo visto- ya no existe…
Y otra cosa más, de las muchas que se empeña en inventar la mente, se ausente definitivamente dejando espacio libre para que la vida entre y la vivamos a pleno pulmón…

 
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Publicado por en 28 enero, 2011 en Sin categoría

 

Los complejos

Con ese nombre también me lo han pedido.
Sin especificar.
Y sin hacerlo yo, escribiré lo que venga a mi mente y emoción.
Ni en plan de psicólogo ni de “profe”.
Como amig@s que compartimos preocupaciones nada más…
Sencillamente hablando, complejo es “algo que te ata por dentro, que te impide…”
“Me da vergüenza hablar en público…No puedo, tengo complejo…”
“Cuando me miran todos en un grupo, me pongo roj@, no puedo evitarlo, es mi complejo”.
“Mostrar mis sentimientos me da vergüenza, no me atrevo…me da complejo…”
“No puedo ponerme en primer lugar…por la mitad o así…será un complejo”…
“Pienso que todo me va a salir mal…es mi complejo”…
¡Y no menos de cien más!
Parecido al anuncio de la tele que usa “las fobias” para proponerte un coche…
Sí, claro, nos dirán los psicólogos que muchos complejos encierran fobias…
Pero evitemos ponernos sesudos.
Dejemos a un lado aquello de “las grabaciones cerebrales y los traumas de la infancia”.
Y esos llamados métodos de “desensibilización” que ya la palabra cuesta pronunciarla.
En plan casero, amig@s.
¿Qué hacemos con los complejos, contengan o no (¡hay que ver, encima!) “fobias” añadidas o precedentes?.
Verás, primero ¿por qué no te aceptas?.
¿Qué tienes complejos?. Bueno, yo me rompí una pierna en seis trozos y camino por ahí con 30 cts. de chapa (“estenium” en plan fino) y seis señores tornillos cuya cabeza casi se me sale de la piel.
Accidente tuve. O sea “trauma”. Lo acepto. Claro, qué remedio.
¿Qué tal si te aceptas a ti con tu complejo?
Caso conozco de persona que le daba mucha vergüenza hablar en público, y tomó de tema su vergüenza.
Y fue describiendo al público lo que le pasaba.
“Mirad, ahora prácticamente estoy temblando…Y seguro que se me va a quedar la mente en blanco…
Y tendré que preguntaros “qué iba a decir”…Claro es que si no lo dije, no me lo podréis decir vosotros…¿Y si os digo cualquier cosa os vais a reir de mí?…”
Y caso es que entretuvo al público y le despidieron con un aplauso…
“Uy, si yo hago eso, me muero”…
Tienes dos opciones:
O haces testamento,
O simplemente no hables en público…
“Pues vaya, así no soluciono mi complejo”.
Seguro, pero te quedarás en paz.
Dirás: “Oid, de hablar en público, a mí ni me miréis. Eso para otr@”…
Claro que si digo “oid”, ¡es que había público!
Bueno, pues al oído: “Oye, que yo de hablar en público nada de nada, eh…Pásalo”…
O sea, que puedes aceptarte a ti y a tu complejo ¡y seguir viviendo!
Todo el mundo tiene limitaciones, no lo dudes.
Tú tienes las tuyas. Tienes derecho a ello.
Por tanto y segunda cuestión ya: NO TE AVERGUENCES.
Que vamos a casa del presidente del gobierno…este señor…¿cómo se llama?…¡y resulta que tiene complejo a que los hijos le digan el nombre en diminutivo!…
Puede que podamos avanzar más.
Si ya aceptas tu complejo y no te da vergüenza…¡hasta podrás bromear con él!
Y en tu grupo de amig@s hasta chistes serás capaz de hacer en torno suyo…
Y si le vas tomando confianza, puede ser que él se relaje al sentirse bien tratado.
“Pues no soy tan feo ni tan raro”, se dirá.
Y si sigue ese camino ¡cualquier día te sorprende saltando al ruedo, quién sabe!…
Que yo, sinceramente, no sé de qué tamaño tenemos el complejo o cuánto le aumentamos dando vueltas a que lo tenemos…
O sea, que puede serte saludable olvidarte del complejo.
Que engorda si lo piensas.
¡Es sana máxima olvidarse del pensar cuando de asuntos interiores se trata!
Estás ahí, se presenta un reto, lo coges y actúas.
Sencillamente…
¿Qué más hacemos, amig@s, con eso de los complejos?
¿Maldecir?…”¡Puñeteros padres o profesores que me metisteis ese complejo!”…
Si vivimos con los padres, los domingos, por ejemplo, a los postres, puedes decir:”¡La faena que me hicisteis metiéndome este complejo!”…
Puede que al quinto domingo te digan ellos:”¿Y no te le metiste tú?”…
Y ya te enteras que el complejo es tan tuyo, que tú le fabricaste.
¡Reconcíliate otro poco más con él!
Eres su creador. Él te mira con arrobo.
Pobrecito, hazle preguntas:
“¿Oye, tú sabes por qué o para qué te he creado?”
Lo mismo te la devuelve: “Creador, tú tienes que saberlo”.
Y puede que te pongas a recordar, o a mirar, qué puñetera ventaja creías alcanzar fabricando tu complejo.
Que no lo dudes, el subconsciente es animal astuto.
Puede que tú no te enteraras y decidas ahora –o hace tiempo- que es MOLESTO tu complejo.
¡Pero alguna ventaja sacabas de él, que por ella le hiciste!
Claro, ahora te fastidia y ni se te ocurre qué ventaja pudo ser. Le tienes manía al pobre.
Anda, porfa, dialoga con él que él te venera.
A lo mejor empiezas a recordar que esa era la manera de zafarte…o de evitar…o de escapar…o de, en vez de ello, dedicarte a hacer…
¡Leñe, ESO!…
E incluso, a lo mejor, ¡TE DAS CUENTA DE QUE YA NO LO NECESITAS!.
Que ya eres mayor y puedes afrontar cosas que los demás afrontan.
O que ya no tienes que evitar AQUELLO…
Y puede ser que –hasta con pena- te despidas del complejo y él se vaya al limbo, que –por lo visto- ya no existe…
Y otra cosa más, de las muchas que se empeña en inventar la mente, se ausente definitivamente dejando espacio libre para que la vida entre y la vivamos a pleno pulmón…

 
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Publicado por en 28 enero, 2011 en Sin categoría

 

Los complejos

Con ese nombre también me lo han pedido.
Sin especificar.
Y sin hacerlo yo, escribiré lo que venga a mi mente y emoción.
Ni en plan de psicólogo ni de “profe”.
Como amig@s que compartimos preocupaciones nada más…
Sencillamente hablando, complejo es “algo que te ata por dentro, que te impide…”
“Me da vergüenza hablar en público…No puedo, tengo complejo…”
“Cuando me miran todos en un grupo, me pongo roj@, no puedo evitarlo, es mi complejo”.
“Mostrar mis sentimientos me da vergüenza, no me atrevo…me da complejo…”
“No puedo ponerme en primer lugar…por la mitad o así…será un complejo”…
“Pienso que todo me va a salir mal…es mi complejo”…
¡Y no menos de cien más!
Parecido al anuncio de la tele que usa “las fobias” para proponerte un coche…
Sí, claro, nos dirán los psicólogos que muchos complejos encierran fobias…
Pero evitemos ponernos sesudos.
Dejemos a un lado aquello de “las grabaciones cerebrales y los traumas de la infancia”.
Y esos llamados métodos de “desensibilización” que ya la palabra cuesta pronunciarla.
En plan casero, amig@s.
¿Qué hacemos con los complejos, contengan o no (¡hay que ver, encima!) “fobias” añadidas o precedentes?.
Verás, primero ¿por qué no te aceptas?.
¿Qué tienes complejos?. Bueno, yo me rompí una pierna en seis trozos y camino por ahí con 30 cts. de chapa (“estenium” en plan fino) y seis señores tornillos cuya cabeza casi se me sale de la piel.
Accidente tuve. O sea “trauma”. Lo acepto. Claro, qué remedio.
¿Qué tal si te aceptas a ti con tu complejo?
Caso conozco de persona que le daba mucha vergüenza hablar en público, y tomó de tema su vergüenza.
Y fue describiendo al público lo que le pasaba.
“Mirad, ahora prácticamente estoy temblando…Y seguro que se me va a quedar la mente en blanco…
Y tendré que preguntaros “qué iba a decir”…Claro es que si no lo dije, no me lo podréis decir vosotros…¿Y si os digo cualquier cosa os vais a reir de mí?…”
Y caso es que entretuvo al público y le despidieron con un aplauso…
“Uy, si yo hago eso, me muero”…
Tienes dos opciones:
O haces testamento,
O simplemente no hables en público…
“Pues vaya, así no soluciono mi complejo”.
Seguro, pero te quedarás en paz.
Dirás: “Oid, de hablar en público, a mí ni me miréis. Eso para otr@”…
Claro que si digo “oid”, ¡es que había público!
Bueno, pues al oído: “Oye, que yo de hablar en público nada de nada, eh…Pásalo”…
O sea, que puedes aceptarte a ti y a tu complejo ¡y seguir viviendo!
Todo el mundo tiene limitaciones, no lo dudes.
Tú tienes las tuyas. Tienes derecho a ello.
Por tanto y segunda cuestión ya: NO TE AVERGUENCES.
Que vamos a casa del presidente del gobierno…este señor…¿cómo se llama?…¡y resulta que tiene complejo a que los hijos le digan el nombre en diminutivo!…
Puede que podamos avanzar más.
Si ya aceptas tu complejo y no te da vergüenza…¡hasta podrás bromear con él!
Y en tu grupo de amig@s hasta chistes serás capaz de hacer en torno suyo…
Y si le vas tomando confianza, puede ser que él se relaje al sentirse bien tratado.
“Pues no soy tan feo ni tan raro”, se dirá.
Y si sigue ese camino ¡cualquier día te sorprende saltando al ruedo, quién sabe!…
Que yo, sinceramente, no sé de qué tamaño tenemos el complejo o cuánto le aumentamos dando vueltas a que lo tenemos…
O sea, que puede serte saludable olvidarte del complejo.
Que engorda si lo piensas.
¡Es sana máxima olvidarse del pensar cuando de asuntos interiores se trata!
Estás ahí, se presenta un reto, lo coges y actúas.
Sencillamente…
¿Qué más hacemos, amig@s, con eso de los complejos?
¿Maldecir?…”¡Puñeteros padres o profesores que me metisteis ese complejo!”…
Si vivimos con los padres, los domingos, por ejemplo, a los postres, puedes decir:”¡La faena que me hicisteis metiéndome este complejo!”…
Puede que al quinto domingo te digan ellos:”¿Y no te le metiste tú?”…
Y ya te enteras que el complejo es tan tuyo, que tú le fabricaste.
¡Reconcíliate otro poco más con él!
Eres su creador. Él te mira con arrobo.
Pobrecito, hazle preguntas:
“¿Oye, tú sabes por qué o para qué te he creado?”
Lo mismo te la devuelve: “Creador, tú tienes que saberlo”.
Y puede que te pongas a recordar, o a mirar, qué puñetera ventaja creías alcanzar fabricando tu complejo.
Que no lo dudes, el subconsciente es animal astuto.
Puede que tú no te enteraras y decidas ahora –o hace tiempo- que es MOLESTO tu complejo.
¡Pero alguna ventaja sacabas de él, que por ella le hiciste!
Claro, ahora te fastidia y ni se te ocurre qué ventaja pudo ser. Le tienes manía al pobre.
Anda, porfa, dialoga con él que él te venera.
A lo mejor empiezas a recordar que esa era la manera de zafarte…o de evitar…o de escapar…o de, en vez de ello, dedicarte a hacer…
¡Leñe, ESO!…
E incluso, a lo mejor, ¡TE DAS CUENTA DE QUE YA NO LO NECESITAS!.
Que ya eres mayor y puedes afrontar cosas que los demás afrontan.
O que ya no tienes que evitar AQUELLO…
Y puede ser que –hasta con pena- te despidas del complejo y él se vaya al limbo, que –por lo visto- ya no existe…
Y otra cosa más, de las muchas que se empeña en inventar la mente, se ausente definitivamente dejando espacio libre para que la vida entre y la vivamos a pleno pulmón…

 
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Publicado por en 28 enero, 2011 en Sin categoría

 

Relacionarse padres e hijos

Me ha pedido que de ello escriba persona muy querida. Y dos más la han respaldado, muy queridas también. Y allá voy…
Lo primero que digo es QUE NO SABEMOS.
Veces hay que las cosas marchan muy bien.
Pero no porque nosotros lo sepamos hacer.
¡Es porque ellos saben!…
Creo que ya conté anécdota de Freud, pero viene al caso.
Tras conferencia sobre educación de los hijos, se acercó una dama a él, muy angustiada: “¿Qué he de hacer, doctor?”.
“Mire, señora, como de todos modos lo va hacer Vd. mal…¡no se preocupe!”…
Y se me ocurre que casi es mejor decir QUÉ NO HAY QUE HACER, que lo contrario…
Mira, amig@, hay muchas cosas que NO HACER.
Dícese que los padres hemos de amar a los hijos, protegerlos y educarlos…
Pues bien, lo primero CUESTIONA ESO.
Primero, porque “amar, amar” es cosa que escasea sobremanera.
Más valdría hacernos conscientes de las veces que NO LES AMAMOS.
Y que encima disimulamos con la tercera (¡ah la gran panacea!), con eso de que hay que educarlos.
“Niño/a, no molestes que es de mala educación”.
Ya, ya, se dice el niño, que prefieres estar a lo tuyo…
Sepamos, pues, al menos que en muchas ocasiones NO AMAMOS…
Sigamos, pues, con protegerlos…
¿Cómo les protegemos cuando no estamos?
Con discursos y prohibiciones, lo más frecuente.
Y nos convencemos de que ellos tejen capa de acero en torno suyo.
Que no van a ir a…
Que no van a salir con…
Que no se les va a ocurrir hacer…
Les dejamos en el cole. ¿Lugar seguro?
Les dejamos salir hasta tal hora…¿Y antes de esa hora…?
¡Proteger! ¿Me decís cómo?…Pero hablando en serio…
Viene en tercer lugar, la más sublime, la más inteligente y esforzada, la más sabia tarea de los padres: EDUCAR…
Puede que la primera pregunta fuere “¿Estoy yo ADECUADAMENTE educado?.
Más aún: “¿SOY educado?”.
Porque rara habilidad tienen esos renacuajos para distinguir entre “ser y estar”.
“¿No dices que no hay que mentir?…¿Y por qué mientes tú?”…O no decir tacos, y tú los dices…O tener paciencia y tú no la tienes…O ser cariñoso y tú no lo eres…
Menudo embolado, amig@s. Como al pez y sin más, nos pillan por la boca…
Y, claro, ya les hemos enseñado A SER INCONGRUENTES…
Y no os creais que sesudas explicaciones deshacen el entuerto…Te miran, puede que se callen, y se van sabiendo que mientes…¡Otra enseñanza!…
En eso del educar, casi todo es peligroso.
Lo primero, intentar mostrar a OTRO SER, cómo HAY QUE SER…
¡Por favor, si ése es el primer error!
¡SI NADIE TIENE QUE SER COMO TÚ LE DIGAS!
¡SI ESO ES VIOLENCIA!
¡Y ENCIMA USAMOS EL PODER CONTRA ELLOS, ESO DEL PREMIO Y EL CASTIGO!
Mira, si quisieras enseñarle a SER LIBRE, esto recién escrito sería la primera lección.NO ACTUAR ASÍ.
Con lo cual (para ti que buscas mensajes “positivos”) ya tienes uno en el opuesto por el diámetro: RESPETAR.
Sí, no ellos a nosotros (“¡que es que somos los padres!”). NOSOTROS A ELLOS, PORQUE SON LOS HIJOS…
Porque eso de que “eres pequeño y no sabes…cuando seas mayor…tienes que aprender…tienes que educarte”…¡por favor, o es nuestro egoísmo y comodidad, o es querer –igual que en fábrica de coches- meterles a todos en la prensa y que salgan series!…
RESPETO A LO QUE ES, A CÓMO ES, A QUÉ QUIERE SER…
Otro aspecto de eso del educar (me lo descubrió a mí mi amada que se fue, como otros mil) parte de que nosotros somos los que sabemos y ellos no.
Pues mira, por favor, más tenemos nosotros que apender de ellos que ellos de nosotros.
¡VIENEN CON CEREBRO LIMPIO Y ABIERTO, REALMENTE INOCENTES DE TODO!
Y, dime amig@, ¿nosotros somos inocentes?
¿nosotros tenemos el cerebro y la mente limpios y abiertos?.
Paréceme que somos nosotros los que más tenemos que escuchar para aprender, y hablar menos para menos estropear la maravilla que tienen…
Extraña condición del aprender es saber que uno no sabe.
Reconocer la ignorancia.
Como mucho, colocarse en “la docta ignorancia”, la de saber que no sabes.
¡Y cuidado con educarles para vivir en este mundo!
Puede que mayor daño no les puedas hacer.
¿Acaso educarles para la competencia, la lucha, el esfuerzo, el pasar por encima de los otros como sea, el tener más fuerza y más poder?…
“¡Pero es que si no, se los van a comer!”…
Es verdad…es un mundo de fieras…¡eduquemos a otra fiera!…
¿Estás segur@?…
No sé si vais llegando a que NO SABEMOS.
Puede que sólo eso, ya sea sabio.
Una ocurrencia: ¿Por qué no olvidar esos deberes, responsabilidades y obligaciones con ellos, y tratar de quererlos y SER CON ELLOS?
En cursos dije:”Nunca te arrepientas de decirle a un hijo que le quieres”…Y hubo quien, al cabo de años, me paró por la calle para agradecerlo.
Y no creais que haya sido yo “buen padre”. De mis errores estoy sacando mis mensajes.
Porque hay siempre en el querer dos sencillas cosas: que tú lo digas y que el otro lo recoja.
Es, por tanto, preciso decirlo tanto, hacer tantos gestos y hechos para mostrarlo…¡que a la postre el otro acepte que es verdad!
Y no vengamos con esos mensajes de futuro, esos de que “cuando seas mayor comprenderás”.
¿Es que no es mejor que comprenda AHORA?…
Amig@s mi@s, ellos nos conocen mejor que nadie, son expertos en nosotros.
Conocen todos nuestros renuncios.
Mejor que el mismísimo Marx, saben cuál es nuestra “estructura y superestructura/ideología”,
lo que somos y aparentamos ser, lo que querríamos ser pero no somos, el enorme fardo de engaños y mentiras que hemos ido recogiendo del polvo de la vida…
Por eso, puede que sea lo mejor DECIRLES SIEMPRE LA VERDAD.
Incluso cuando LA VERDAD te deje en mal lugar. Y reconocerlo así y mostrar por qué hemos fallado.
Y ESCUCHARLES PARA APRENDER NOSOTROS.
Y DECIR SIEMPRE TE QUIERO, Y QUERER QUERERLOS, SIN TAPAR CUÁNDO Y POR QUÉ NO LOS QUEREMOS.
Se dice del amor, que se olvida de uno mismo.
¿Por qué no olvidamos eso de cómo hay que hacer para ser padres, y tan sólo los miramos a ellos, ni siquiera como hijos, COMO SERES LIBRES, y les damos CUANTO AMOR Y VERDAD SEAMOS CAPACES?…
¿Qué os parece esa frase que he oído: “Mis padres se equivocaron en muchas cosas conmigo, pero ¡me querían con toda el alma y siempre me dijeron
la verdad”?…

 
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Publicado por en 27 enero, 2011 en Sin categoría

 

¿Atravesaremos las palabras?

Un gran maestro dijo: “La palabra no es la cosa”.
Sí, ya lo sabemos todos, claro.
Pero parece que ese tipo de saber, NO ES SABER.
Saber no es tener una idea en la cabeza, en la memoria.
SABER ES DARSE CUENTA EN EL AHORA
¡Y en muchos niveles del darse cuenta!
Porque puede el darse cuenta llegar hasta lo más profundo de nuestro ser, y en ello DEL SER MISMO.
Por eso tantas veces creemos saber, y no sabemos.
Porque –sin darnos cuenta- ¡nos quedamos en las palabras!
SABER ES ATRAVESAR LAS PALABRAS Y OBSERVAR SIN ELLAS.
SABER ES VIVIR COMO DECIMOS QUE SABEMOS.
SABER ES SER, no tener conocimientos ni palabras en memoria.
Saber de cosas, de objetos, sí es “tener conocimientos”.
Saber de nosotros mismos, es realizar ese saber, y mientras ello no suceda NO SABEMOS…
Os conté, hace tiempo, un ejercicio:
1. Observar, sin la palabra, el campo, las cosas.
2. Observar sin la palabra a las personas, sin “hacerse ideas” ni juicios sobre ellas.
3. Observarnos a nosotros desde fuera, también sin la palabra, nuestros gestos y expresiones, como a las otras personas.
4. Observar dentro de nosotros todos los internos movimientos de pensar, sentir y decidir…¡también sin la palabra, sin nombrarlo ni juzgarlo!…
Ejercicio nada fácil, pero de efecto gigantesco.
PORQUE VER ES VER SIN LA PALABRA, SIN EL PENSAMIENTO, SÓLO DARTE CUENTA, SÓLO CONSCIENCIA PURA.
Y dormida suele estar, músculo atrofiado.
Y como el músculo, ha de ejercitarse para poder ser empleada.
Un poco cada día.
Persistiendo.
Sin ambición, serenamente.
Aunque no consigas nada al principio.
Sigue unos pocos meses.
Seis…al menos cuatro…al menos dos…
Era ésta expresión de Buda a sus discípulos…
Testigos tengo que podrían manifestar que ¡en dos lo han conseguido!
Aunque luego sigue un crecimiento constante.
Si de verdad quieres, cierto es que lo consigues.
Haz en seis lo que otros hicieron en dos. ¿Qué más da? No se trata de establecer competiciones.
¡Como si fuera un año!
¿Tú sabes cómo será el resto de tu vida?
Una simpleza: serás feliz.
Dirás tal vez: “Eso lo dices tú. Pero quién me lo asegura?”.
Conozco unas cuantas personas que te lo podrían decir también.
Si quieres, quedamos y te las presento.
Y puede que digas: “Pero además de vosotros ¿quién me lo asegura?”.
¿Quieres “autores”? No pocos hay.
¿Sigues y dices “pero además de vosotros y además de los autores, ¿hay alguien más?”?
Tal vez.
Mira, los neurocientíficos de la Universidad de Wisconsin han declarado como el hombre más feliz del mundo, a un lama con quien no he hablado, pero que lo más seguro es que lo haga.
Le sometieron a miles de pruebas cerebrales.
¡Y comprobaron que su cerebro funcionaba de modo distinto al de la gente!
¡Que era feliz!…
Y bueno, si ya sigues diciendo “¿pero hay más?”, si quieres lo dejamos.
Me recuerdas a aquél chiste, de Dios esperando al que caía al abismo…
Amig@ Tomás/a, mete tus dedos en tu propia experiencia. Hazlo y sabrás…
No me pagan, de todos modos, por convencerte ni lo intento.
Sólo quiero facilitar como se me ocurre, que más no me parece posible.
Y comparto, por ello, contigo este blog…
Como un amigo comparte su vida con otro.
En cercanía, con simpatía, con amor.
Seguro que has oído hablar de “niveles de consciencia”…Aquél Carlos Castaneda tal vez, y su brujo D.Juan…
No te los cito como testigos de lo que te estoy comunicando. Ellos usan el peyote y yo no, ni lo aconsejo.
Quieren romper “artificialmente” su nivel de consciencia.
Lo que formulo es sencillamente NATURAL, sin drogarse.
Y no hace falta ni que intentes eso ni te vayas a un lamasterio.
Ni que dejes de ser un occidental cualquiera.
Ni te vayas a Japón a aprender el arte de observar.
En tu vida tú como en la mía yo. ¡Podemos todos, si queremos!
Claro, lo del querer es otra cuestión.
Muchos, ni lo han oído.
Otros esperan que sólo con leer, les caiga del cielo.
Y unos pocos –como siempre, esto ya es viejo- se deciden y lo empiezan a HACER y persisten HASTA QUE SU CONSCIENCIA SE DESPIERTA y puede “atravesar las palabras”…
Si me lo permites, con cariño, con amor te lo deseo…

 
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Publicado por en 26 enero, 2011 en Sin categoría

 

Seis palabras para ser feliz con certeza

Hace ya bastantes años, Lanza del Basto, hombre sabio de señera estampa, muy alto y junto a su mujer ambos vestidos de blanco, expresó que existía una conjura para ocultar la verdad.
Señaló varias razones y personas que actuaban en tal conjura.
Pero me parece que no dijo una que yo mismo he comprobado muchas veces en mí y en otros.
¡QUE LA VERDAD SIGUE OCULTA AUNQUE LA MUESTRES!
Y no es por ella. Ella es patente por sí misma.
El gran filósofo alemán, Heiddeger, definió la verdad como “LA PATENCIA DEL SER”.
El ser, si quieres darte cuenta de él, es patente.
Ese ser patente es la verdad…
¡Ah, pero hay que ser consciente para ello!
Y raramente las palabras nos conducen a ello.
O, por mejor decir, raramente nos hacemos nosotros conscientes atravesando las palabras.
Supuestamente es muy sencillo.
Tenemos la cabeza y la mente llena de ideas y palabras, llena de pensamientos, esquemas y creencias.
Usamos el pensar donde no es aplicable. Y nos empeñamos en ello pese a todos los fracasos.
Llamamos “entender” a un cierto razonar del pensamiento, en vez de A LA LUZ DE LA MENTE.
Cotejamos lo que viene de fuera, las palabras que nos llegan, con los ideas previas que teníamos.
Medimos “congruencias e incongruencias” con todo el depósito de la mente en su memoria.
Comparamos y juzgamos…¡Eso nos parece razonable!
Y se nos olvida siempre que “pensar” sólo sirve para organizar lo material de nuestra vida.
Hasta de grandes pensadores no nos fiamos. Aquello de Pascal, que “ el corazón tiene razones que la razón no entiende”.
Ni aceptamos siquiera que “el conocimiento”, estrictamente como tal, es otro acto del pensar.
Y solamente sirve dentro de su campo…
Y preguntamos “¿a ver qué dice? ¿a ver cómo se hace?”…
Reduciendo la verdad, esa patencia del ser, A UN PROCEDIMIENTO.
UN CÓMO…
Por eso la verdad, aunque la digas y la muestres, sigue estando oculta.
La queremos convertir, a más de un procedimiento, en INFORMACIÓN.
Y vamos a unas páginas, las leemos rápidamente para obtener LA INFORMACIÓN QUE CONTIENEN.
¡Y con ello la verdad se ha evaporado, oculta queda!
Que la verdad tampoco es información.
Que quizá no hayas advertido lo que la mente hace con esta segunda:
LA EMPLEA PARA LA UTILIDAD.
¡Ay, tampoco la verdad es útil!
¡Ni la felicidad siquiera!
Freud llegó a afirmar muy seriamente –lamento disentir- que “la felicidad no es un bien socialmente útil”.
Porque la verdad no es un útil, un instrumento.
Ni es válido ni legítimo “instrumentar la verdad”.
¡Qué extraña es la verdad!
Mirad, por favor, estas palabras, sin pensar si os es posible:
LA VERDAD ES LA MIRADA DEL AMOR.
Y ello sucede, más próximamente, EN LA CONSCIENCIA, EN EL DARSE CUENTA.
Lo cual, aun pensando poco, se nota que es distinto del pensar.
¿Qué haré, por tanto, yo transmitiendo seis palabras en las cuales –con certeza, me comprometo a ello- está el camino seguro de la felicidad?
¿Las diré y quedará oculta su verdad?
¿O será osado vuestro corazón y vuestra mente, y las atravesará para lograr DARSE CUENTA DE SU VERDAD?
Ello es vuestra propia aventura.
Nada puedo hacer, ni yo ni nadie, porque la verdad ES UN ENCUENTRO PERSONAL PROFUNDO.
Y sólo cada ser, cada persona, puede realizarlo…
Mas las diré al fin, las seis palabras para tener felicidad cierta:
MENTE Y CORAZÓN LIBRES, VIVIENDO AHORA.
¡No dejéis ya que os asalten los “cómos”, el “y eso cómo se hace…y eso cómo lo logro”!
¡No dejéis ya que el pensamiento quiera “entenderlo”!¡No le dejéis entrar ya para degradar la verdad!
¡Que es asunto sólo de DARSE CUENTA, asunto de que actúe LA MIRADA DEL AMOR!
Sí, te podría dar muchas explicaciones, escribir un libro entero. Ya se han ido desgranando aquí páginas y páginas.
Pero al final ninguna servirá si tú, por ti mism@, NO VES.
Y, al tiempo, todas sobrarán si ahora sencillamente te das cuenta y ves.
Escribía S.Juan de la Cruz: “Para ir donde no sabes, has de ir por donde no sabes”.
Tal vez pueda decirte algo más:
No emprenderás semejante búsqueda si no estás interesado.
Y no lo estarás nunca si no tienes PASIÓN POR LA VERDAD.
Mírate, por tu propio favor, si tú la tienes.
Porque esa energía te conducirá a sus puertas y entrarás en ellas.
Y HABRÁS LLEGADO A LA FELICIDAD.

 
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Publicado por en 24 enero, 2011 en Sin categoría