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Archivos diarios: 6 abril, 2011

¿Sinceridad o autenticidad?

Parece ser opinión generalizada que vivimos en un mundo insincero.
Podría ser curioso echar un vistazo al nivel de sinceridad de quienes lo afirman. A lo mejor nos producía alguna sorpresa chusca.
Porque no me cabe duda de que es muy frecuente advertir el fallo ajeno encubriendo el propio.
O ignorando otro que un@ tiene, aunque sea diferente del criticado.
Y eso desde luego es insinceridad.
También hipocresía.
Pero personalmente me dan un poco de lado esas calificaciones porque, en primer lugar, se repiten mucho y cansino es lo muy repetido.
Porque, además, suelen decirse con tono moralizante, cosa más bien perversa e irrisoria.
Y –sobre todo, que es lo que más me afecta- sin darse cuenta quien lo dice de cómo es él o ella mismos por debajo de la construída apariencia de su yo consciente.
Si alguien decide ser insincero o hipócrita, para mí es su decisión, y me tiene sin cuidado con tal de tener yo la atención conveniente para no dejarme engañar.
Cada cual hace de sí mismo lo que quiere. Lo cual no sólo acepto, sino que me parece un derecho esencial del ser humano. Y no solamente en el hacer, sino sobre todo en el ser.
Si eso le viene a uno demasiado ancho o demasiado estrecho, libre es entonces de tomar camino aparte de quien se quiso hacer así.
Ya esa persona consechará las consecuencias de su manera de ser.
Pero si las arrostra, será congruente que no es poco, porque me parece más abundante y de peores efectos la incongruencia que la insinceridad.
Sin embargo, lo que considero en exceso barato e infantil ( y tampoco le doy mayor calificación) es que tal persona (bueno, hay más de una ¿verdad?) no sea consciente de que ella es aquello de lo que hablamos.
La nueva era –ya lo he repetido- es la era de la conSciencia, no la de la conciencia.
¡Tiene tantos errores y perjuicios la era de la conciencia!
¡Ata tanto la libertad humana para no conseguir reales y verdaderos resultados de mejora de esta raza!
Porque la inmensa mayoría de quienes siguen sus dictados no se trasforman real y verdaderamente en seres virtuosos, sino en reprimidos, falsos e hipócritas que siguen siendo en su “no-consciente” lo mismo que eran, pero recubierto de una capa de pintura consciente.
Purpurina en vez de oro.
Por eso digo que es mucho mejor ser eso que llaman “mala persona”, pero consciente de ello, que esas “buenas personas” que se lo creen y –naturalmente- no lo son.
Dijo una vez el Maestro Jesús “¿Por qué me llamas bueno?.Sólo Dios es bueno.”
Lo cual nos deja a los humanos en general en la categoría de “no ser buenos”.
No digo “malos” porque he eliminado esa noción (podéis ver con qué argumentos lo hice en un post pasado que llamé: “Bien/mal, Amor/odio”) .
Pero para ser consciente me basta y sobra encontrar que yo no soy bueno, que eso de serlo es una cosa realmente muy alta que no se logra con cualquier comportamiento más o menos “buenecillo”…
A tenor de todo esto, comprenderéis que yo no soy sincero.
Me guardo informaciones sobre mí mismo cuando me parece oportuno.
“Mido” qué digo y qué no según cuándo y con quien estoy.
Si me parece que manifestar algo me puede perjudicar, me lo suelo guardar.
No suelo decir a la gente lo que me parece ver en ella, así, sin más…
O sea, no soy sincero.
Y –eso sí- soy consciente de ello.
De lo cual ya saco el beneficio de no tachar de insinceros a mis otros “compañeros de profesión”.
Les entiendo. Me basta mirarme a mí mismo…
Y esto precisamente nos enfoca a la otra palabra de mi título: autenticidad.
La autenticidad añade a la sinceridad la consciencia real y verdadera de cómo es un@.
Porque anda por la calle la “sinceridad inauténtica”, fantasma peligroso él en cómo mira y cómo habla.
Que es ella la de quien se considera sincer@ , pero que sus observadores comprueban que ello es falso.
Y es no poco frecuente que tales personas, bajo capa de sinceridad, aprovechen “esa creencia” para camuflar su grosería, su bordería, su indiscreción, su “ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el suyo”, y otras lindezas de parecido jaez.
Sin duda alguna a esa “sinceridad” le falta “autenticidad”.
O sea, darse cuenta de cómo son en realidad las personas que la exhiben en sus conversaciones.
Porque si vieran que lo que en verdad quieren es herir a otra persona, humillarla, desdorarla, “hacerla morder el polvo”…no llamarían “sinceridad” a tales manifestaciones.
A esas personas había que decirles: “Por favor, séd insinceras. Va a ser mucho mejor.”…
Con lo cual sucede una vez más que lo más importante es conocerse a sí mism@, ser consciente de la propia realidad.
Porque seas “mal@” o “malill@” (licencia que me tomo con estas palabras para entendernos) es ello, como queda dicho, muchísimo mejor que lo contrario con tal de ser consciente de tu propia realidad…
Un hecho es cierto:
Quien es inauténtico y se cree sincero, mal arreglo tiene en su falsa sinceridad.
Y quien es insincero y lo sabe, tendrá la oportunidad de dejarlo de ser.
¡CONSCIENCIA, AMIG@S MÍ@S, CONSCIENCIA!
Con ella seremos, al menos, seres adultos…

 
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Publicado por en 6 abril, 2011 en Sin categoría