¡La fiesta de la vida!

Lo proclamo firmemente ante todos los amargados, criticones, tristes y tristones del planeta.
Porque todos ellos están empeñados en creerse que “la vida les viene, y les viene desgraciada”.
¡Cuando son ellos los autores de su vida, de su amargura y su improductiva tristeza!
No saben, ante todo, que la alegría y la tristeza verdadera ¡son hermanas!
Dijo Leopoldo Panero en un verso “esa suave tristeza que llaman alegría”.
Y le añadiría yo “esa encubierta alegría que llaman tristeza”.
Porque, decidme amig@s, si hubierais estado caminando muchos días por campo, tierras y montes, y volvierais a casa y os metierais en la ducha, os enjabonarais y hasta os restregarais,
¿sería eso triste y negativo?
¿Lloraríais por limpiaros o sería causa de alegría?
Pues ved que la tristeza verdadera ¡nos limpia!
Nos quita el polvo del camino, los aprendizajes falsos que pululan, los errores inveterados de la humanidad …
Y ved que la alegría verdadera ¡rompe nuestros muros, nuestro aislamiento, la soledad falsa del ego!
Y la llamo a aquella “el ave de los ojos profundos”.
Y cada vez que viene a visitarme ¡la recibo con alegría porque sé que viene a limpiarme!
Y me dejo sumergir en ella, tristeza verdadera, a que haga su benéfico trabajo en mí.
No sé, me viene a la cabeza que son como aquellas dos hermanas que amaban a Jesús, la una trabajando y la otra embelesada a sus pies…
Y luego retorna la alegría más verdadera que antes porque su hermana pasó primero haciendo su trabajo…
No el simple contento, que siempre tiene egocéntricos motivos.
Sino LA ALEGRÍA SIN MOTIVOS, que por ello precisamente es Hija del Amor que no los tiene.
¿O no os habeis dado cuenta de que si vuestro amor tiene motivos, no es amor?
Que los motivos son intereses, aunque lo sean de nivel psíquico.
Eso, por ejemplo, que dicen un@s: “Le quiero porque me hace reir”.
O bien, “le quiero porque me hace sentir especial”…
O sea, tu interés.
¿No has visto aún que el amor “es porque sí”?
El 24 de octubre pasado, en un poema que le hice a ella, la amada que se marchó, lo expreso.
Negando y negando motivos para quererla, expresé al final “te quiero porque…te quiero”…
No, el amor no tiene motivos.
Si amas, de pronto te encuentras amando, sin darte cuenta, porque no tienes motivos.
Y tampoco la alegría.
La sientes sin haber pasado nada, sin hechos constatables, sin sucesos favorables…
¡Ya veis, amig@s, no hace falta que vengan sucesos de la vida y de la gente para tener alegría!…
No es preciso que te toque la lotería, o que te asciendan en el trabajo…Eso te da “contento”, que tiene sus motivos.
Y si los tres, tristeza, alegría y amor, NO DEPENDEN DE NADA EXTERIOR A TI, dime, por favor, ¿NO ES ESO UNA FIESTA?
¿Qué mayor festejo quieres de la vida que limpiarte, quitarte la falsedad de encima, quitarte las causas con las que tú mism@ te haces malsufrir y malvivir, y dejar que te invadan la alegría y el amor?
Desde luego, quien no ama NO TIENE NI IDEA DE LO QUE ES UNA FIESTA DE LA VIDA.
Y ya –sin más y por ello- es un/a desgraciad@.
Seguramente le enseñaron mal.
Seguramente no vió o no supo ver el amor ante sus ojos.
No es de despreciar, sino de compadecer, con compasión verdadera, sufriendo con él o ella.
Quizás así reciba alguna noticia del amor…
¡Qué sencilla afirmación es, amig@s mí@s, la de que CADA UNO HACE SU VIDA COMO EN VERDAD QUIERE QUE SEA!
En esa frase (como hace unos días dije en un post que llamé “Confirmando el Camino”) coinciden hoy “los iluminados, los meditadores, los sabios y los científicos”…
Si queréis pocas palabras en vuestras cabezas, con esa frase os bastaría.
¿No coinciden suficientes valedores para tomarla del todo en serio?
Enseguida a partir de ella, como de vuestra propia mano, veréis la necesidad de conoceros, para ver las causas que estáis poniendo para vuestra desgracia.
Y con ello y sin más trabajo, comenzareis el camino de la Sabiduría.
Y con ella en vuestra mirada sabréis darle sentido y orientación a vuestros pasos.
Y vendrán la tristeza y la alegría verdaderas.
Y vuestro ser se abrirá al amor.
¡Y YA TENDREIS LA FIESTA DE LA VIDA!